42-Amor

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*Dalia*

Los párpados me pesaban muchísimo, pero sentía como Pablo estaba dejando besos por mi espalda desnuda y sonreí con los ojos cerrados.

Los flashes de la noche anterior vinieron a mi cabeza, la segunda vez me gustó mucho más que la primera y estaba súper pegajosa, pero a él parecía no importarle mientras besaba todo mi cuerpo.

-Buenos días, guapo-murmuré y el se tumbó a mi lado cuando abrí los ojos con una sonrisa.

-Buenos días, preciosa-me dijo mientras se acercaba a darme un beso que no pude rechazar.

Me pegó a él pasando su brazo por mi cintura cuando nos separamos y me miró sonriendo mientras dejaba un besito en mi nariz.

-Cada día que pasa estas más guapa, no se como lo haces-me dijo encogiendose de hombros.

-Podría decir lo mismo de ti, pero prefiero darme una ducha-le dije dejando un pico en sus labios mientras me reliaba la sábana en mi cuerpo.

-¿Puedo ir?-me preguntó haciendo un puchero y yo me mordí el labio mirándolo.

-Amor..sabes que me da vergüenza

-¡Pero si ya te he visto todo!-me dijo sonriendo-vaaaale, venga dúchate y luego me ducho yo, anda-me dijo y yo me giré andando hasta el baño.

-En realidad, estaría bien ahorrar agua, que cada vez llueve menos, ¿no?-le pregunté desde el marco de la puerta y él se levantó de la cama de un salto viniendo hasta mi.

-Estoy muy de acuerdo con eso-me dijo viniendo hasta mi y cogiendome en volandas hasta el baño.

Creo que fue un gran paso en mi timidez esa ducha, porque pablo me hizo sentirme muy cómoda.

Al salir me tendió una toalla y el se colocó otra en la cintura peinandose el flequillo mientras se miraba en el espejo.

Cogí el cepillo de dientes y él repitió mi gesto, terminé antes que él y rodee su cuerpo por detrás dejando un beso en su espalda.

Todo su cuerpo me encantaba, pero la espalda de Pablo me hacía perder los papeles.

El sonrió mirándome a través del espejo guiñándome un ojo y cuando acabó dejó un beso en mi pelo.

-No hay cosa que más odie que tener que secarme el pelo-dije cogiendo el secador.

-¿Te lo seco yo, amor?-me preguntó.

-No te preocupes-dije negando pero él me cogió el secador de las manos encendiendolo.

Me secó el pelo y después fuimos a la habitación a vestirnos, acabé antes que él de vestirme y me acerqué a la cama quitando las sabanas.

-¿Qué haces?-me preguntó mientras se ponía la camiseta.

-Cambiar las sábanas, deben estar pegajosas de anoche y mañana llega tu familia-Le dije y el rió.

-Entonces las cambiamos mañana, porque esta noche van a acabar igual-me dijo en mi oreja y me estremecí al sentirlo tan cerca.

-¿Tengo que esperar hasta esta noche?-le pregunté.

-Bueno, quien dice esta noche dice dentro de media hora-me dijo encogiendose de hombros y yo sonreí-entonces, ¿Te gustó?

-Si mi amor-dije girándome en su dirección.

Bajamos a desayunar, y mientras el hacía un batido de frutas para ambos yo fui al salón a por las flores y las puse en un jarrón en la isla de la cocina.

Me acerqué a pablo dejando un beso en su mejilla feliz.

-¿Y eso? A mi los besos me los das en la boca-me dijo haciéndose el ofendido mientras me cogía la cara dejando un beso en mis labios.

-Muchas gracias por las flores, nunca me habían regalado algo así-el sonrió y miró el ramo.

-¿Cuáles son tus favoritas?

-los Lirios rosas y las rosas rojas-le dije.

-Entonces he acertado-me dijo cogiendo mi cintura.

-Solo por el detalle hubieses acertado, mi amor-susurré en su boca.

-Quiero que conozcas a Ale y Mario antes de volver a barcelona-me dijo y yo asentí.

Sabía que sus amigos de aquí eran muy importantes para él, porque me lo había dicho cientos de veces.

-¿Quieres quedar esta tarde con ellos?-Le pregunté mientras nos sentábamos pero el negó rápidamente.

-De eso nada, ya mañana que me tocará compartirte con todos, hoy eres entera para mi-me dijo mientras pegaba su silla a la mía.

-Siempre soy entera para ti-le recalqué.

-Si, eso díselo a mi madre cuando venga mañana-me dijo dándole un bocado a su tostada.

Yo reí empezando a desayunar aunque me encantaba que a belen le encantase tanto compartir el tiempo conmigo, para mí era alguien muy especial en mi vida.

Pablo fue el que recogió y se puso a fregar los platos.

-¿Te apetece hacer algo en especial, preciosa?-me preguntó.

-Quiero mimos-dije posando un beso en su espalda...

*Gavi*

Salí de ella tirando el condon al suelo exhausto, y me tiré encima de ella apoyando mi cabeza en su pecho mientras dejaba un beso en su teta derecha.

-Cada vez me gusta más...-murmuró recuperando la respiración.

Sonreí ante sus palabras y alcé la mirada perdiéndome en sus ojitos verdes. Lo habíamos hecho dos veces a lo largo de la mañana y no me cansaba de ella por nada del mundo.

Nos pasamos el día entero en la cama, mimándonos y hablando de todo y de nada, centrándonos en nosotros porque no se que decidiría ella cuando volviésemos a Barcelona, pero seguramente sería volver a su casa y aunque no me gustaba la idea de que viviese sola con su padre, la iba a apoyar en todo.

-¿Qué piensas? Te has quedado callado de repente-me preguntó acariciando mi flequillo.

-Nada-Le dije sonriendo pegándola más a mi-en lo bonita que eres-le dije y ella rió.

-Si, seguro...-me dijo algo insegura.

-Si no me crees tendré que comerte entera hasta que me creas-le dije hundiendo la cabeza en su cuello.

-Me parece buena idea...-susurró en mi oído.

Y sin darnos cuenta, estábamos recogiendo la habitación antes de que mi familia llegase.

No es que no quisiese que vinieran, pero me había encantado los días tan tranquilos que habíamos pasado solos, y ahora sabía que todos iban a estar pendientes de ella.

-Esto es lo último, amor-me dijo ella dándome una camiseta mía que habría por ahí y yo asentí.

-Aquí ya está todo también-le dije.

-¿Qué hora es?-me preguntó y yo saqué mi móvil del bolsillo.

-La una, todavía hay tiempo-le dije, mis padres llegaban sobre las cuatro con aurora.

-Podemos darnos una ducha si te apetece-me dijo y yo me sorprendí que de ella misma saliese el darnos una ducha juntos.

-Nunca me preguntes si me apetece eso, dalo por hecho-ella soltó una risa nerviosa y la cogí en brazos llevándola hasta el baño.

La subí al lavabo poniéndome entre sus piernas y acaricié su espalda pegado a sus labios.

Si hubiese podido devorarla en ese momento creo que lo hubiese hecho, me había enamorado de ella y sentía que mi cuerpo no quería despegarse del suyo por nada del mundo...

(CONTINUARÁ...)


MUNDOS OPUESTOS-PABLOGAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora