Capítulo 3. Viejas y nuevas caras

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Miro hipnotizada el peluche pequeñito que cuelga del retrovisor del coche. Lo conseguí en la feria con catorce años y se lo regalé a mi hermano, él lo ha conservado durante los últimos tres años y desde entonces lo tiene ahí. El instituto me recibe con un cartel en el que pone: "Holmes Chapel Comprehensive School".

—¿De verdad es necesario que venga? Puedo intentar trabajar de algo.

—Hess, la mayoría de las pequeñas tiendecitas de aquí son espacios reducidos, ¿de verdad te gustaría trabajar en alguna de ellas? —Sí, la afenfosfobia, llevas razón. Suspiro algo enfadada y doy un golpe al cerrar la puerta del coche— ¡Qué tengas un buen día, hermanita!

Le sonrío sarcástica y lo veo marcharse.

Suspiro nuevamente y arrastro los pies rumbo a mi no tan nuevo instituto. Cuando me voy acercando a las paredes rojizas un sentimiento de nostalgia me invade. El instituto me encantaba. Podía salir de mi casa con motivo y olvidarme de las tantísimas cosas que ocurrían en ella. Entro por la puerta, ya abierta, y miro el horario y las aulas. Pido una fotocopia del horario y cuando la amable, y nueva, señora de recepción me roza el brazo sin querer me obligo a sonreír y a salir por patas. Corro a mi aula y me detengo junto a una fuente justo al lado de las taquillas. El timbre suena pero yo sin inmutarme oigo a alguien toser fingidamente detrás de mí. Me entran ganas de decirle que espere a su turno, pero reprimo el impulso.

Cuando me giro un chico, el cuál es obvio que es de los mayores, me mira con sus ojazos verdes. Tiene los finos y delineados labios formando casi una sonrisa. Me fijo en que el pelo ondulado y castaño no le llega a rozar los hombros, pero por muy poco. Le fulmino con la mirada.

—No puedo abrir mi taquilla —se excusa, entonces ahora sí que sus delicados labios forman una sonrisa que me deja entrever un hoyuelo en cada mejilla.

Noto como mi cara se pone colorada y me alejo. Pero él me agarra el brazo. 

—¡No me toques! —grito soltándome rápidamente.

Casi le veo pegar un brinco ante mi grito. Alza las manos cómo si yo fuese un policía y le ordenase que mantuviese las manos dónde yo pudiese verlas. El gran pasillo queda en silencio y todos los alumnos nos observan. Bien, un numerito el primer día. Él me mira cómo rogándome una explicación.

—No me toques... nunca... por favor —repito ésta vez en voz más baja.

Aprieta la mandíbula y entonces yo me voy. Me escondo en uno de los cubículos del baño mientras me dejo caer hasta el suelo apoyando la cabeza en la puerta. Otra puerta se abre y oigo risas.

—¿Habéis visto a esa rarita? Dios, a mí me toca Harry y lo último que hago es decirle que no lo haga más.

Tras algunos chistecitos más sobre mí, mi aversión a que me toque ese tal Harry, (y aunque no lo sepan, también todos los demás), y comentarios sobre lo que han hecho el finde pasado, las que yo a partir de hoy denominaré "divas" se van, dejándome destrozada y enfadada conmigo misma.

Tras haber comprado una botella pequeña de zumo en la cafetería me siento bajo un árbol y encendiendo mi iPod me sumerjo en la bonita voz de Ed Sheeran. Abro los ojos y encuentro una mirada de ojos marrones sonriente. Me sobresalto.

—¡Hess! —grita. ¿Hess?, em, perdona, ¿me conoces? ¿Sí? Yo a ti no, desaparece.

—Eh... ¡Hola! —grito con fingido entusiasmo.

—¡Cuantísimo tiempo!

—Sí... esto... hace bastante que no te veo...

—Blaire, Blaire Baxter —añade con la sonrisa menos amplia.

—Lo siento es que...

—No te preocupes, sé que ha pasado bastante tiempo. Es normal, tranquila. Yo soy la niña a la que le robaste su casita en el árbol —informa con una sonrisa triste—, tiempo después de que te fueras un tornado la hizo añicos. Aún las conservo. Encontré la tuya entre los restos de la casa.

Se sube la manga del jersey dejando a la vista dos pulseras idénticas pero en cada una la inicial de la otra...

—¡Ya te recuerdo! —exclamo.

Se trata de Blary. Jugábamos muchísimo juntas y cuando me refugiaba de una tormenta doméstica en la casita ella me subía comida, mantas y me hacía compañía.

Cariño te daría un abrazo pero moriría en el intento.

—¿Qué ha sido de ti? —pregunta entonces.

—Nada interesante... Me mudé al campo y me gradué en un colegio de por allí.

—Entonces, ¿qué te trae por aquí?

—La verdad es que ni yo misma lo sé. Cosas de mi hermano.

—¿Dustin? —asiento y esbozo una leve sonrisa. Dustin y Blaire se llevaban genial, yo apostaba por ellos como pareja en un futuro—. Vaya, me encantaría pasar a visitaros algún día. Hess... —comienza entonces—, no quiero ser cotilla, pero... —duda, mas sigue—, ¿Qué te ha pasado esta mañana?

Trago saliva, mucho estaba tardando en salir el tema. ¿Me invento algo? Bah, mejor dejar claro las cosas ya.

—Es que no me gusta el contacto físico —me mira con poco entendimiento—. Puede sonar raro pero tengo afenfosfobia... —me sigue mirando sin comprender—, la persona que lo padece siente una gran aversión a que lo toquen.

—Entonces ni un abrazo, ni una palmadita en la espalda...

—Ni siquiera que me rocen —concluyo. Ella asiente. Lo ha entendido.

—Saunders parece haberse quedado tocado. Ninguna chica lo ha rechazado.

—¿Ese tal Harry? —asiente—, no lo he hecho. Simplemente no creo que le vaya tener una novia a la que no pueda ni abrazar. Ni siquiera yo creo que quisiera tener una relación así.

—Por eso no te preocupes, a ese espécimen de otro mundo, que madre mía como está, no le duran más de una semana.

—El típico chico malo, ¿no?

—El típico chico malo que de hecho parece estar buscando a alguien .

Sigo la dirección de los ojos de Blaire y veo al tal Harry con el pelo revuelto sentado encima del respaldo de un banco mirando a la nada, o más bien intentando localizar algo en su nada particular. Está rodeado de tres chicos. Dos castaños y uno rubio.

—¿Quiénes son? —inquiero cambiando convenientemente el tema.

—¿Los que están con él? ¿Ves al rubio? Ese es Niall Hardy, el castaño de la izquierda Louis Thomas y el otro que está rapado Liam Parker. Las chicas los llaman "Los deseados". Antes también estaba Zayn Millet. Un morenazo increíble. Pero tuvo que mudarse.

Pienso que Holmes Chapel está maldito. Todo aquel que venga aquí tiene que irse. La campana toca y me pongo en pie. Caminamos en silencio y esperamos a que los que se apelotonan en la entrada se dispersen.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora