Capítulo 33. Más motivos

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Harry ha aceptado que no iré al baile y me alegro por ello. Mientras contemplo la pared rosada me pregunto cuanto tiempo más tendremos que estar aquí.

-¿Y este?

-Te queda estupendo. -repito.

-Hess me has dicho lo mismo de los últimos cuatro vestidos.

-Es que todos te quedan genial, Blaire.

-Creo que me llevaré el verde. -¡aleluya! -Mientras me cambio puedes echar un ojo por ahí, a lo mejor ver tanto vestido junto te hace cambiar de opinión. -me río y pongo en pie. La verdad es que sí que echaré un vistazo, pero no cambiaré de opinión. El vestido de Blaire es sencillo, de seda y largo, ajustado en la cintura y sin tirantes. Mirando distraída los maniquís y estantes veo uno increíble. Lo cojo de la percha y observo maravillada. El vestido es blanco con dos capas, en la más fina y algo más larga puedo ver un estampado, una especie de curvas con un pequeño punto en medio. Rozo la capa interior; es tafetán y de lo más suave. Dos finos tirantes, un cuello de pico y la espalda totalmente descubierta terminan de conformar el precioso vestido que parece deshacerse en tus manos.

-¿Por qué no te lo pruebas? -me giro sobresaltada y veo a Blaire que sostiene el vestido verde en sus manos.

-¿Para qué hacerlo? -se encoge de hombros y hago lo mismo. Con la delicada y primorosa prenda en mano me meto en el probador y hago que la suave tela se deslice por mi cuerpo. Wow, me quedo sin palabras. El espectacular vestido abraza mis curvas y cae al vuelo por encima de las rodillas. Doy una vuelta y sonrío. Blaire de improviso abre la cortina que separa el probador de la tienda y se lleva una mano a la boca.

-¡Estás increíble! Dios mío, Hess. -creo que está exagerando y el egocentrismo no es que predomine en mí pero quizá sí que su reacción tenga motivos. En cualquier caso la magia acaba, porque este vestido no tiene otra utilidad que el de un baile de primavera, al cuál yo jamás asistiré. Corro la cortina y me lo quito con menos delicadeza que antes.

En el instituto todos esperan ansiosos, -sobre todo las chicas- que el reloj anuncie las ocho: hora en la que empezará el baile. Entre Harry y yo la tensión aumenta, y no precisamente la tensión hostil ni la tensión sexual no resuelta, por supuesto. Más bien la impaciencia. ¿Impaciencia por qué? Me pregunto yo, ignorando o más bien queriendo ignorar la respuesta. Falta un cuarto de hora para que las clases acaben. ¡Menos mal! Absolutamente todas las personas de las que me he rodeado hoy hablaban y hablaban de sus parejas, de los vestidos que llevarán, los preparativos... en general: el puto baile de primavera. Llaman a la puerta enérgicamente y una descarga eléctrica recorre mi columna. La profesora Meredith ordena que pase y una sonrisa escapa de mis labios al ver esa maraña de pelo asomar por la puerta. Me arrellano en la silla cuando sus ojos -y los de toda la clase- se posan en mí. Harry se humedece los labios pero yo centro la mirada en la profesora.

-Ramón necesita hablar con los ganadores del concurso. Entre ellos Hessa. -frunzo el ceño, ¿de qué quiere hablar éste? Dejé claro que a mí se me excluyese de la lista de ganadores.

-Claro. -tartamudea Meredith.

-Vamos, Hessa. -dice con una sonrisa que hace que todas las presentes -incluída yo- se derritan. Me ruborizo, mis mejillas siempre acaban así por su culpa y poniéndome en pie me dirijo hasta él. Me tiende la mano y la acepto sin miramientos. Dejo atrás murmullos en los que me llaman desde afortunada hasta zorra y cierro la puerta a mis espaldas. Caminamos por el pasillo en silencio pero antes de que pregunte por Ramón Calvo y sus tonterías Harry empuja mi cuerpo contra las taquillas y se pone frente a mí, una mano a la derecha y otra a la izquierda de mi cabeza. El corazón se me ha acelerado y juraría que puedo notarle nervioso.

-Meredith se te comía con la mirada. -digo pues sé lo que probablemente pasará en cuanto permanezcamos algo más de tiempo en silencio.

-Yo sólo te miraba a ti. -responde acariciando mi garganta con su nariz. Me muerdo el labio, las piernas me flaquean. Sus ojos se encuentran con los míos.

-Harry yo no sé besar. -digo apartando mis ojos de los suyos. Se acerca a mí y entiendo por qué me ha arrinconado: si pudiese escaparía. No es que no quiera besarle, es que imagino que cualquier chica es mejor que yo haciendo ésto. Sus labios me regalan un beso en la comisura de los míos pero antes de ir a más vuelve a separarse. Su respiración es cada vez más agitada y la mía parece un coche de carreras. Veo que quiere decirme algo pero yo apenas siento nada más que su aliento en mi boca.

-Aún me falta algo. -dice entonces.

-¿El qué?

-Te he dado siete motivos para sonreír. Pero todavía me falta el octavo. -me mira casi rozando su nariz con la mía y mis labios pueden sentir su respiración entrecortada. Con voz suave, casi inaudible confiesa: -Ocho. Sonríe; sonríe siempre porque te quiero. -su boca invade la mía y nos unimos mediante un beso. Nuestras lenguas se enredan y conseguimos fundirnos el uno en el otro, logrando ser un mismo cuerpo, un mismo alma, un mismo ser. El timbre suena pero lo escucho a lo lejos, no siento el calor que aumenta por culpa de los cuerpos que se arrellanan en el pasillo, tan sólo existimos él y yo. Se separa de mí, a ambos nos falta el aire. -Te quiero. -susurra por última vez en mis labios y dándome un beso en la garganta se marcha. Con el rostro escarlata me dejo caer aún más en las taquillas y me percato de que hay gente que curiosa me observa. Blaire se reúne conmigo y comienza a gritar y preguntarme cosas, pero Hessa no la oye, tan sólo presta atención a los latidos desbocados de su corazón.

Cuando llego a casa siento que la nube en la que floto es un bunque contra la oscuridad. Nada puede hacer que deje de levitar. Joder, ha sido maravilloso, mil veces mejor de lo que tanto he imaginado. Aún puedo sentir sus labios en los míos. El timbre suena y salto del sofá con la esperanza de que sea Harry, pero mi fe se esfuma cuando veo a un chico.

-¿Podrías firmar aquí? -hago lo que me pide y cerrando la puerta con un pie abro el paquete rectangular. En su interior hayo un vestido. El vestido del que me enamoré. ¿Habrá sido Blaire? En efecto, una pequeña tarjeta me lo confirma. Me lo pruebo nuevamente y acompaño con unos tacones rosa palo. Dios, maldita Blaire. Acaricio el vestido, me siento la chica más guapa del mundo con él puesto. Resoplo y me lo quito. Lo cuelgo en una percha y guardándolo en el armario vuelvo al salón. Hacia las siete vuelven a llamar al timbre. He pedido pizza, me muero de hambre. Abro y la boca se me seca. Harry con un precioso traje de chaqueta negro me saluda con una sonrisa. Lleva una camisa blanca con puntitos negros. En una de las solapas de la chaqueta una flor blanca y en el bolsillo delantero un pañuelo perfectamente doblado del mismo tono que la camisa. Su pelo revuelto que para nada necesita ser peinado me hace reír. Me muerdo el labio.

-¿Qué haces aquí Harry...? Te dejé claro que nada de bai... -me callo al ver que hinca una rodilla en el suelo y me enseña una pulsera de flores rosas y naranjas.

-Hessa Delevingne, ¿me concederías el honor de acompañarme al dichoso y estúpido baile de primavera? -le miro, sonrío y cogiendo la pulsera asiento con la cabeza.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt