Capítulo 20. A veces la cordura debe estar presente

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Los amigos de mi hermano son los típicos "malotes" que cualquier adolescente con las hormonas a flor de piel desea ver merodear por su casa, pero aunque Harold fuese un auténtico chicarrón, rubio y de unos ojos inmensamente bonitos, sin duda en mi mente la única cara que había era la de ese chico con el pelo ondulado y esos increíbles ojos verdes con los cuáles sueño cada noche. No pude evitar sentir los ojos de Harold en mi cuerpo cada vez que me movía un centímetro. Algo incómoda me levanté de la mesa sin haber terminado el suculento filete ruso que tenía y me refugié en la habitación.

Pensando cada vez más que estoy como una auténtica chota abro el portátil y mis dedos toman las riendas escribiendo palabras sin medida.


Habiéndome alcanzado Morfeo, oigo la puerta del dormitorio crujir: Dustin. Retira el portátil de la cama y con la suave manta cubre mi cuerpo, yéndose me desea buenas noches.


A medianoche el sueño se marcha dejándome ojiplática durante algunas horas, por lo que decido volver a sumergirme en el sinfín de palabras que brotan de mi alma.

Cuando abandono algo cansada y con los ojos escocidos la tarea que realizaba me percato de que el alba me da los buenos días. Salgo al porche y a la parte trasera de la casa. Observo el cielo en todo su esplendor, maravilloso e inigualable. En el horizonte, algunos tonos azules prevalecen, haciéndome saber que la noche no se ha marchado del todo, al igual que la luna que aún compite con el sol, resistiéndose a irse, pero teniendo la certeza de que en unas horas será de nuevo la reina. El lienzo que cobra vida delante de mí me deja sin aliento, ¿cómo algo de lo que tanto se ha hablado, cómo algo de lo que tanto se ha dibujado, es aún más increíblemente fascinante teniéndolo en tus narices? Mirándolo todo entro en esos momentos filosóficos y me pregunto: ¿cómo y por qué? ¿Por qué he nacido en el siglo XXI? ¿cómo estoy viviendo un momento de la humanidad tan avanzado? Pero saliendo del tema social en seguida me sumerjo en lo emocional. ¿Cómo fui capaz de no intentar morir después de lo que Drew hizo?, ¿por qué me convencí de que las segundas oportunidades suelen funcionar? Y alcanzando ese tema hasta una magnitud mayor se me presentan dos preguntas para las que sí creo tener respuesta: ¿Cómo se supone que me quiso Harry?, ¿por qué tuve que enamorarme de él?


Apenas hace una semana que sufrí el mayor desengaño de mi vida, y aunque el, llamémoslo dolor permanece, creo que la locura es lo que más padezco. No he salido en toda la semana y llevo tres días con el mismo pijama, el pelo como una maraña sin remedio y el aliento peor que el de un ogro. Mi hermano cree que estoy entrando en una etapa depresiva de mi vida, pero lo cierto es que a mí me parece que no. Vale que no esté todo lo cuerda que una persona debe estar, pero últimamente no me siento segura fuera del cuarto. «¡Qué coño! Tú sólo te has sentido segura en los brazos de Harry.» También busco y hallo consuelo en las palabras, escribo y plasmo todo lo que pasa por mi desordenada cabeza y la verdad es que sienta bastante bien poder contar lo que ronda dentro de mí, es cómo un loquero, solo que gratis y además no te da absurdos consejos que seguir. El problema llega cuando Harry hace acto de presencia. «A buenas horas.» Lleva días intentando contactar conmigo pero me niego a hablar hablar con él. Ayer le advirtió a Dustin que volvería y efectivamente se halla en la puerta de mi casa llamando. La cuestión es que esta vez estoy sola y para nada temo lo que pueda llegar a hacer, más bien temo qué sentiré cuando deba ordenarle que se vaya y sé que será difícil verlo irse ya que insistirá al ver que abro yo. Haciendo acopio de todo el valor que guardo en una cajita dentro de mí abro la puerta y me mira con... ¿compasión? Me miro y estoy hecha un asco, creo que notará mi aliento incluso a esa distancia.

-¿Qué? -espeto.

-Hessa, ¿qué coño ha pasado? -suelta sin preámbulos. Hessa... me gusta como suena de sus labios y eso que no permito que nadie me llame así. Pero Harry es una clara excepción. Bueno, él es LA excepción puesto que...

Hess céntrate.

-¿Que qué ha pasado? ¿Es que estás tarado?

-Llevo muchos días sin saber de ti. ¿Qué ha cambiado? -yo alucino.

-¿Que qué ha cambiado? -repito incrédula.

-Por favor, deja de contestarme con las mismas cosas que digo yo.

-Harry ha cambiado todo. Te dije que te odiaba y sigo odiándote. -«¡mentirosa!»

-¿Por qué tus labios dicen lo que tus ojos no confirman? -aparto la mirada de sus abrasadores ojos verdes.

-Deja de hacer ésto. -suspiro, a punto de derrumbarme.

-¿Hacer qué?...

-Venir y arrasar con todo, creer que con cuatro palabras me tienes ganada. Estoy harta de repetírtelo, sabías desde el principio lo que me pasa, prevaleciste y después de... -me callo.

-¿De qué? -guardo silencio. No pienso confesarlo, es justo lo que quiere: saber que ha conseguido una victoria más y aumentar su autoestima de machito, quizá no me equivocase en juzgarle cómo lo hice. -Dilo, Hessa, dilo. -intenta sonsacarme pero no lo hará, al fin y al cabo me callé meses lo que Drew me hizo, ¿no? Agarra mis manos sin permitirme soltarme y me zarandea enérgicamente. -¡DÍMELO! -deseo estallar, soltar el sinfín de lágrimas que mi interior retiene a duras penas, pero no puedo. Me aparto y le cierro las puertas en las narices. La aporrea pero me dejo caer al suelo. Oculto mi rostro entre las manos y cierro los ojos con fuerza a la vez que niego.

-¡NO,NO, VETE, DÉJAME! -grito con la fe de que me haga caso. Huyo al cuarto y a todo volumen grito mientras mi voz es ahogada por la de Ed Sherran que canta a pleno pulmón Give me love. Me doy cuenta de dónde procede su voz y tiro el iPod al suelo. Cojo la foto en la que salgo el día de los fuegos y la rompo en mil haciendo confeti con ella. Como una auténtica loca tiro al suelo todas las cosas que ocupan el escritorio. Abro el armario y me hago con mi jersey favorito para luego destrozarlo. Arranco páginas y páginas de mis libros favoritos e incluso nevan plumas procedentes del almohadón. Observo el estropicio que he organizado en un segundo jadeando y exhausta. Me derrumbo en el suelo pero nuevamente ni una sola emoción sale a flote, guardadas o más bien retenidas por su propia voluntad en algún sitio de mi alma.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Where stories live. Discover now