Capítulo 51. Ever

299 24 1
                                    

Me mira sopesando sus opciones. ¿De verdad está pensándolo tanto? Pese a haberle dicho que estoy dispuesta a mandarlo todo al traste, le suplico con la mirada que no se vaya. Que no me abandone. Ahora no.

-Harry... -susurro. Él niega con la cabeza y asiento asimilando que esto es definitivo, ya no habrá oportunidades para arreglar nada, me voy a Nueva York y él se quedará aquí.

-Adiós, Hessa... -cabizbaja musito un inaudible «adiós» que creo que sólo hemos oído mis demonios y yo.

Contemplo el techo con un gran vacío dentro de mí. ¿Por qué me quedaré hueca cuando sé que Harry nunca será mío? ¿Por qué el mundo emocional me abandona sin su presencia? Sé que así es mejor. En realidad es a lo que he querido obligar a Harry hacer. Pero ahora que soy yo la que está en su lugar; la que no ha tenido opción para negarse, le comprendo. Entiendo cada súplica que confirió, cada palabra que pronunció en vano; cada sentimiento que reveló a unos oídos incapaces de oír la verdad. La luna; testigo de suspiros cargados de palabras que jamás serán dichas, me contempla mientras observo la nada que a mi alrededor parece tener más vida que nunca. Y lo peor, lo peor es saber que cuando me vaya y llegue a Nueva York, ninguna ilusión me esperará. Ni siquiera la ansía de saber cómo le habrá ido el día. Y aunque quizá sí que me reciba el dolor, no será el dolor de saber que yo estaré allí y él aquí, a tantos kilómetros. Será el que me recuerde cada segundo que no existe lugar en la Tierra que nos cobije mientras nos profesamos amor; ya que este absurdo amor, ha acabado.

El reloj de pulsera me indica que el alba está al caer. Y efectivamente una hora más tarde contemplo nuevamente como el Sol reclama lo que le corresponde y como la luna se aferra a lo que inevitablemente tendrá que abandonar. Éso me da que pensar. ¿Y si soy el astro rey? ¿Y si me convierto en nuestro satélite? ¿Y si finalmente debo obviar el amor que tanto ha crecido en mí por Harry? Él ha sido la chispa que me prendió; que derritió mi cuerpo. Pero ahora, ahora me ha encomendado la tarea de mantener viva esa chispa. Esa que poco a poco se escurre entre mis fríos dedos y que pronto se apagará; me ha abandonado, como la luna ha abandonado el cielo, como yo tendré que abandonar la calidez que produció, el calor que avivó; el fuego que me abrasó.

Cuarenta y seis horas exactamente. El tic-tac del gran reloj de cuco me martiriza. Es como si por cada vez que llega al otro extremo susurra que pronto desapareceré de aquí. Cierro los ojos cansada; anoche no dormí nada, y entonces sobresaltándome el maldito cuco me grita que ha pasado otra hora. Ya he contado dos. Y de repente, algo se enciende en mí. ¿Cómo será Nueva York? ¿Me gustará? La curiosidad de todo por descubrir logra animarme una mínima parte, mas al menos ocupa mi mente durante la siguiente hora. Cuando Dustin llega me encuentra tirada en el suelo, con los pies apoyados en la pared dónde el cuco duerme, imitando con la lengua el sonido del tic-tac.

-Traigo comida mexicana, Hess.

-No tengo ganas. -volviendo a unirme al particular mantra del reloj.

-Debes comer algo.

-De verdad que no quiero. Ya sabes qué pasa cuando como sin ganas.

-Sí, sí...

"¡CU-CU, CU-CU!"

Hoy es el cumple de Dustin. Han venido todos sus amigos, incluso Jess, el niño que me gusta. Aunque me saque tantos años yo confío en que él se enamorará de mí, y me salvará de las garras de Drew. A mí, a mamá y a Dus. En la mesa todos reclaman la tarta y mi hermano me pide que vaya a la cocina a buscarla. Obediente camino por el jardín y entro en casa. Mamá hace algo frente al espejo del recibidor, justo al lado de la cocina.

-¿Qué haces? -inquiero. Ella sobresaltada se gira y sonríe, entonces en la mejilla veo ese característico tono morado y rojizo, pero que hoy resalta muchísimo más.

-Ponerme guapa.

-Lo estarías aún más sin esas marcas. -replico. Ella me mira sorprendida por mi respuesta. No soy tonta. Sé perfectamente todo lo que pasa. -¿Dónde está?

-Pues... -la puerta se abre de manera estrepitosa y a la cocina llega papá mediante grandes zancadas.

-¿Por qué le has pegado? -pregunto de manera involuntaria. Sé lo que vendrá ahora...

-Drew, es el cumpleaños de Dustin, por fav...

-¡Cállate! ¿Qué estás diciendo pequeña puta? -entrecierro los ojos sintiendo como el miedo me invade, pero intentando aparentar normalidad; fracasando, obviamente. Se acerca aún más a mí y mamá se pone en medio.

-¡Por favor, Drew! Por favor, pégame a mí, pero déjala a ella. -papá la hace a un lado inmediatamente y me da un golpe en seco, haciendo que caiga y me de con el pico de la mesa en el ojo.

Me aparto rápidamente del cuco. Recuerdo que no pude abrir el ojo en días. Mamá me suplicaba que me pusiera igual de guapa que ella, pero lo que aquel maquillaje escondía no eran marcas de acné, ni arrugas, eran atroces señales del mal. Cuando me caí el cuco gritó. Anunció que una hora nueva había pasado. Y cuando volvió a sonar todos cantaban cumpleaños feliz, Drew se emborrachaba nuevamente y yo, mientras, con el ojo más que hinchado, lloraba en el regazo de mi madre.

-¿Qué pasa, Hess? -ni siquiera me he dado cuenta de que Dustin seguía aquí.

-Nada. -miento. Él se acerca a mí y sentándose en el suelo observa el cuco.

-Te negabas a ponerte nada para la hinchazón, ¿te acuerdas? -asiento.

-Me dolía demasiado como para siquiera rozarlo. -recuerdo que cada día era una batalla.

-Sé que no es así como todo debe acabar, sé que tú y Harry de algún modo volveréis a encontrar la manera de estar juntos. -suelta de repente. Le miro y en sus ojos veo el reflejo de la manecilla que se mueve incansable.

-No lo creo. Nos vamos, ¿recuerdas? Además, él no quiere continuar nada de ésto. Y creo que yo tampoco. -suspiro y me tumbo en el suelo nuevamente.

-Hess, jamás aprenderás a mentir en temas del corazón, ¿verdad? -enarco una ceja estudiando sus palabras. -Siempre me he mantenido en un segundo plano, y sabes que la mayoría de las veces tan solo he intervenido cuando se notaba lo mal que estabas. Pero, joder, soy tu hermano, sé lo que Drew hizo tan sólo al ver tu reacción. ¿Acaso piensas que no sé cuando estáis mal o bien? Es el brillo en tus ojos y tu eterna sonrisa los que me revelan que todo va de fábula. -le miro y reflexiono. Es cierto que mi hermano siempre se ha quedado a un lado en todo, pero quizá sepa más que nadie. -Y es por todo ello que sé que nada acabará así. Es por éso y más que sé que Harry volverá a ti y tú a él, porque jamás había visto a dos personas que estuviesen tan predestinadas a estar juntas como vosotros dos.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Where stories live. Discover now