Capítulo 41. Adentrándome en la boca del lobo

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Sus ojos me dan una pista de que no está enfadado, sino dolido. Recorremos las calles completamente en silencio, ninguno se atreve a pronunciar sílaba alguna. Tengo miedo de cómo reaccionará ante lo sucedido, con As ha dejado claro que no le hace demasiada gracia, ¿pero qué me dirá a mí? Sé que él jamás me pondría una mano encima y pensar en ello me produce escalofríos, mas siempre he pensado que las palabras pueden hacer más daño que las manos. ¿Y si As le cuenta lo de Nueva York? Debo hacerlo yo misma, pero no encuentro el momento. Me maldigo y entonces suelto:

-As y tú, ¿os conocíais, verdad? -no me mira, ni contesta, tan sólo indica con la cabeza que sí. Creo que ahora mismo no es precisamente el mejor instante para mencionarle, pero quizá si lo menciono en otro momento se enfada más. -¿De qué?

-Por el amor de Dios, Hessa, ¿no puedes dejar estar nada? -suelta mi mano y se aparta el pelo de la frente. -Lo siento pero joder, no es el momento.

-La que lo siente soy yo. Le besé. -se gira y me mira.

-¿Fuiste tú? -no quiero añadir más leña al fuego, pero, ¿qué voy a hacer?, ¿decirle que de las tres veces fue él todas? Lo mismo va y lo remata.

-Yo lo besé una de esas veces. -suspiro y él me mira como si le hubiese dado una puñalada por la espalda. -Pero quiero que sepas que estaba confundida y que no pensé lo que hacía. No creía que eso le fuese a dar pie a algo más. -«pues mira que estás cortita, eh»

-¿A quién más has besado?

-¿Qué? -frunzo el cejo. Eso malinterpretándose puede sonar como «puta.» -Yo no he besado a nadie más. Me dejé llevar por el momento y no pensé las consecuencias. Tú mismo viste que quise apartarlo de mí. ¿Es que no te das cuenta de que al único que quiero besar es a ti? -exhalo. Me martiriza ver esa expresión. ¿Qué puedo hacer para que se de cuenta?

-No estoy tan seguro de que eso sea cierto. -le miro a los ojos y lo nunca sucedido: es él el que esquiva los míos. Asiento. Me está dejando las cosas bastante claras. Me detengo frente a la fea ranchera que cada día conduce Dustin.

-Adiós, Hessa. -no logro articular una letra, pues siento que no se está despidiendo de mí esta tarde. Sino que sus palabras suponen algo más. Lo veo alejarse y algo me pide que le grite que se detenga, que corra a sus brazos y le jure mi amor por siempre. Pero yo no soy esa tía capaz de hacer lo que su interior le dicta. Me humedezco los labios y cuando el cuerpo de Harry se pierde en el horizonte decido entrar. Dustin duerme en el sofá: apago la tele y me refugio en la habitación. ¿Por qué ha malinterpretado mi «amabilidad»? ¿Por qué la gente piensa que todas las amistades deben acabar en un jodido y absurdo amor? ¿Y si es el final de verdad? ¿Y si es el comienzo de un devastador agujero negro? Pensar en a lo que le he dado pie a As, en la desmedida reacción de Harry y en mi inminente marcha a Nueva York hace que sienta como mi alma va siendo despedazada por manos crueles y mordaces que lo hacen poco a poco; causando el doble de dolor que trazando un rápido pero firme corte para romperla en mil.

En la página del instituto anuncian que el certamen de Literatura Joven será muy pronto. ¿Participará finalmente Harry? Ceno algo y le dejo a mi hermano comida preparada. Enciendo el portátil y pongo Ted. El osito suele hacerme muchísima gracia pero hoy no logra hacerme reír ni una vez. Menos mal que al menos mantengo la pena a raya, no quiero imaginar cómo me habría sentido viendo alguna película romanticona. Morfeo me alcanza rápido y me alegro, pues mis pensamientos se habían desvíado de los compi truenos hasta Harry.


-¡Joder, tío, ¿de qué coño vas?! -grita mi hermano, haciendo que me despierte enseguida. Me froto los ojos intentando volver a la realidad y de repente la puerta del dormitorio se abre bruscamente. Cuando reacciono Harry tiene las manos en mis mejillas y su boca sobre la mía. Separa sus labios de los míos y apoya en mi frente la suya.

-Siento haber sido un auténtico gilipollas. No estoy acostumbrado a que la caguen conmigo. Suelo ser yo el que mete la pata.

-¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? -inquiero anonadada. Se encoge de hombros y entonces se sienta a mi lado.

-Creo que te debo una explicación. -frunzo el ceño, ¿a qué se refiere? -Adonis y yo nos conocimos hace tres años. -empieza mientras se pega más a mí. -Por aquel entonces yo salía con Valerie. -sonríe un poco y prosigue: -La mejor amiga de Valerie era la hermanastra de As...

-Blangelina. -termino. Asiente.

-Un día, todos coincidimos y As y yo nos hicimos buenos amigos. Pero apenas dos meses después de estar saliendo la madre de Valerie la encontró... -traga saliva. -La encontró muerta en su dormitorio. -Dios mío... Yo... yo no imaginaba lo que Harry tendría detrás y entonces caigo en la cuenta de que apenas conozco su pasado. -Todo apuntaba a que era un asesinato pues el cerrojo de su ventana estaba forzado y le habían cortado el cuello... -abro los ojos. Arrastra las palabras y quiero decirle que pare pero por algún motivo pienso que quizá contármelo le convenga. -A mí me incluyeron en la lista de sospechosos, en el primer puesto, ya que fui el último en verla por lo que todo apuntaba a que el asesino era yo. Pero tras comprobar mi cuartada y registrar el cuarto a fondo, llegaron a la conclusión de que todo estaba organizado por Valerie. Lo corroboraron cuando su madre les entregó su diario en que explicaba lo que tenía pensado hacer. A pesar de que mi inocencia no tardó en demostrarse, As pareció no querer saber absolutamente nada de mí. Un buen amigo habría estado conmigo, aunque sólo hubiese sido después de saber la verdad. Mas As jamás llamó, ni me habló, es como si nunca hubiese existido para él. -coge aire pues a pesar de haber hablado entrecortadamente lo ha dicho todo de golpe.

-¿Por qué nunca me lo has mencionado?

-No sé, no voy contándole a todo el mundo que me acusaron de asesinato por la muerte de mi exnovia. Ni que perdí a un supuesto amigo. -lo entiendo. Yo tampoco le cuento a todo Dios que Drew era un borracho que nos pegaba. Se acerca a mí y me besa. Tensa la mandíbula pues no le correspondo. Vuelve a intentarlo y esta vez sí que lo hago. -Necesito saber que estamos bien, y éste es el único modo que sé. -se excusa. Asiento y vuelvo a unir sus labios a los míos.

No hay modo de separarnos. Siempre volvemos el uno al otro, como el río regresa al mar. Por más que intente permanecer alejada de él, Harry siempre halla el modo de volver a mí.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora