Capítulo 50. La verdad y sólo la verdad

317 23 1
                                    

Atisbo la inmensidad de sus profundos ojos -esos que al mirarlos fijamente temes caerte dentro-. Contemplo la sublimidad que su belleza alcanza. Extasiada sigo observando al ser que roza la perfección casi obteniéndola por completo. No soy capaz de decir nada; no puedo. Juro que trato de hablar, mas su hermosura enmudece cualquier palabra que de mi alma trata de escapar. Él, mientras tanto, aguarda algo por mi parte.

-Yo... -comienza, mas niego con la cabeza, al igual que Niall hace apenas cinco minutos.

-Hay tanto por decir, tanto por expresar que las palabras no son suficiente, Harry... Me dijiste que soy la parte cuerda de tu ser, ¿no? -asiente y entonces apartándome de él contemplo el suelo dispuesta a tratar de explicar lo que siento. -Pues tú eres éso que me empuja a hacer cosas de las que no me arrepiento. Eres el que ha acallado todos mis miedos, haciéndolos pequeñitos e insignificantes, pero por algún motivo sin ti se vuelven más grandes y hacen que me falte el aire. Le has dado vida a mi vulgar existir, Harry. Me has concedido el don de la locura y el privilegio de conocer el amor. He experimentado el dolor crudo, la nostalgia de lo pasado y el temor de lo futuro. La añoranza de un presente que pude vivir pero que se quedó en el "pude"... - me mira sin entender. - Quiero decir que he echado de menos esos momentos en los que estábamos juntos. Me he odiado a mí misma por no poder disfrutar en el presente de cosas que me hacen feliz. Y siento miedo por no saber lo que vendrá. Por no conocer lo que el futuro nos deparará. Y es que te prometo que aquí o en Nueva York, siempre querré cada parte de ti, Harry. Cada centímetro que compone tu estúpido ser. -un amago de sonrisa cruza su cara, mas la duda sigue brillando en su semblante. ¿Es que necesita que le jure amor eterno? Creo que de un modo más sutil he dejado claro que no quiero otra vida sino es con él. Porque, joder, he vivido tantas cosas, tantos miedos y momentos de mi vida que me han marcado, que realmente no sé qué sería de nosotros si no los hubiese vivido. Para nada le estoy agradecida a Drew, pero quizá sí que se lo esté al destino.

Perdida en mis pensamientos me agarran de la cintura y una sonrisa adornada con dos hoyuelos se aproxima a mí; haciendo que nos fundamos el uno en el otro con un beso, como la primera vez.

-Te quiero, Hessa, y prometo que haré que ésto funcione.

Contemplo las últimas cajas que llegarán pronto a Nueva York. Me quedan menos de setenta y dos horas en Holmes Chapel. Siento pena, una pena inmensa dentro de mí. Echaré tanto de menos a Harry, que pensar en ello me duele. Suspiro y él apartándome el pelo de la cara me da un beso en la mejilla. De repente, llaman al timbre.

-Voy yo. -digo poniéndome en pie. Corro hacia la puerta y el alma se me cae a los pies cuando al que un día consideré dios griego me mira desde fuera.

-Me han dicho que te vas pasado mañana.

-Eso no te incumbe, Adonis.

-¿Adonis? Creía que me llamabas As.

-De hecho lo hacía antes de que me besaras y de que le quisieras partir la cara a mi nov... a Harry. -él me mira de manera suspicaz. ¿Por qué casi digo «mi novio»?

-Lo siento, Hess, quería que me perdonases.

-Perdonado, ahora, As vete.

-¿As? ¿Ahora vuelvo a ser As?

-Hessa, ¿qué pasa? -un escalofrío recorre mi columna vertebral y sé que es cuestión de décimas ver a Harry encendido. Me giro y efectivamente sus ojos destilan odio.

-Tranquilo, sólo ha venido a despedirse. -informo.

-Pues que se marche ya.

-Ey, perdona, pero la dueña de la casa es ella, no tú. -replica As, que claramente se divierte con esta situación. Le miro y él me lanza una sonrisa burlona. Harry aprieta los puños a ambos lados del cuerpo y noto como se controla, pero Dios, el asco y la rabia que irradia puedo notarla incluso a la distancia a la que estoy de él.

-Vamos, As, vete. -insto.

-Ya la has oído. -masculla Harry. As da un paso adelante, entrando en «mi casa». -¿Es que no te enteras? -repite, echando humo por las orejas.

-No, es que no suelo prestar demasiada atención a criminales. -Cuando reacciono estoy gritando como una loca, pidiendo ayuda a Dustin, el cuál baja de la ranchera, y suplicándole a Harry que pare.

-¡Joder! -grita mi hermano nada más entrar. Aferra los brazos de Harry con los suyos y le cuesta la misma vida separarlo. Acudo hasta As que yace en el suelo. Lo ayudo a levantarse y escupiendo sangre me mira.

-¿De verdad es con esa clase de persona con la que quieres estar?

-¿Qué coño quieres decir, As?

-Me has entendido perfectamente. -y de hecho sí que lo he entendido. Claro que no me gusta que Harry se pelee con nadie, es más, una vez discutimos por ello; aquella vez en la que Ramón me agarró... -Adiós, Hess, que te vaya muy bien en Nueva York. -murmuro casi para mí gracias y mientras lo veo alejarse sus palabras resuenan en mi cabeza. Siempre pasa algo que supera lo anterior, siempre. Me acerco al salón, o al menos a lo que queda de él y veo a Harry sentado en un puf, lo único que dejaremos aquí. Dustin se mantiene de pie cerca de él, por si desea volver a por As y mientras, Harry contempla el infinito con la mirada furibunda y aleteando las fosas nasales.

-Harry...

-No, Hessa, ¿qué hacía ese gilipollas aquí?

-Ya te lo he dicho. -suelto un gran suspiro. -Dime, ¿qué harás cuando te lo encuentres por la calle? ¿Te seguirás pegando con todo el mundo cuando yo me vaya?

-Me provocó.

-¡Siempre hay una excusa! -grito.

-¡Me llamó asesino! -exclama poniéndose de pie.

-¡Lo sé, pero no puedes partirle la cara a todo el mundo, Harry! ¡No siempre tendrás excusa para hacerlo!

-Joder, Hessa, ¡¿le estás dando la razón?!

-¡No, claro que no! Pero, ¿es que no lo ves? Es la segunda vez que discutimos por lo mismo. Estoy harta, harta de que pelees por pelear, harta de que insinúen que me pegas... -mi hermano se gira al instante.

-¿Qué? - me interrmpe Harry.

-Ya me has oído. -bufo.

-No. Repítelo. -ordena.

-En el instituto han insinuado que me pegas. -repito. Se desinfla como un globo y dejándose caer en el puf se echa las manos a la cabeza. Verlo así, tan abatido, hace que el corazón se vuelva a romper en mil. -Harry...

-¿Tan mala imagen tiene el mundo de mí? ¿Tan mal te trato? -inquiere, con un hilo de voz que se va apagando a medida que habla.

-¡No! Claro que no... -replico acercándome a él. -Eres quién mejor me trata en este mundo...

-Te juro que no es mi intención que la gente piense así, te juro que trato de darte lo mejor de mí, Hessa, lo que no está podrido.

-Tú no lo estás.

-Sí que lo estoy. -reitera poniéndose de pie. -Y quizá nada de esto merezca la pena. Quizá no pueda cumplir la promesa de esta mañana. -Ahora soy yo la que se desinfla. ¿Qué demonios quiere decir eso...?

-Sí que puedes. -contesto.

-No, y creo que tampoco quiero cumplirla.

-Entonces...

-Se acabó. -clausura caminando hacia la salida.

-Harry... -se gira con el rostro cansado y la expresión apenada. -Si te vas no podrás volver jamás. -he lanzado un ultimátum, y en él está nuestro futuro.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Where stories live. Discover now