Cut room

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¿Qué es este lugar?

¿Aquí pertenezco? ¿O acaso voy naciendo?

Abrí mis ojos con algo de miedo de ver lo que tengo frente a mi, esperando mi peor pesadilla, o mi más grande alivio. Estaba aterrorizada porque en mi mente lo último que recordaba era cenar plácidamente con mi papá. ¿Qué había ocurrido después de entrar a mi habitación? Me aterraba. Me da miedo todo. Cada cosa que pueda ocurrirme aquí allá, cada cosa que ya haya pasado antes es una buena razón para morir.

Y ahí me di cuenta, al abrir mis párpados con lo que yo llamo un gran gesto de valentía, pude notarlo: estoy en un hospital. No recordaba nada que me pudiese haber llevado hasta mi presente ubicación, claro que las razones existían, y tenía varias razones para ir a un hospital por voluntad propia, aunque estaba segura que estando dentro de mi mejor versión no iría a un hospital voluntariamente. Sólo algunos destellos de luces rojas marcaban mi memoria, suponer en ese momento estaba de mas, si alguien me había traído a este lugar, no me importaba, ya estaba aquí, y mi deseo de varios años seguía tatuado en mi mente.

Pensaría que el hospital sería luminoso, pero era mucho peor, era lúgubre y oscuro, me llenaba de ansias y de energía solo para levantarme y escapar, terminar mi objetivo principal, que hace tanto estaba deseando encontrar la valentía para hacerlo. Lo que mas me aterraba, no era la oscuridad de la habitación, sino la oscuridad de mis pensamientos.

Sólo percibía una muy ligera luz que emanaba la luna a través de las cortinas blancas con puntos aparentemente negros. Era suficiente luz para notar que tenía algo parecido a un gancho en mi dedo índice de la mano izquierda, era un artefacto que tomaba mi pulso, con un ritmo perfecto, casi envidiable por cualquier persona enferma. Yo deseaba que el pitido que marcaba mis latidos, fuese uno eterno, y por fin me recibiera la cara de Dios. O de cualquier cosa que reine este universo. Eso fue un indicio definitivo, que donde sea que estuviese, intentaban conocer mi salud, supondría que en un hospital.

Intenté levantarme, con pesadez y poca alegría, de la incómoda cama la cual irradiaba frío, como si se tratara de hielo mismo, pero no pude, una energía poco común y desgarradora me halaba los pies hacia la cama, como si tuviese poca batería en mi sistema, y ni siquiera el impulso de escapar pudiese ser suficiente para que me moviera. No tuve mas opción que quedarme mirando al frente de la cama, a la derecha donde había un closet, de apariencia blanca, y luego el techo, el cual parecía vacilar su caída sobre mi cabeza, y se sintió como si eso hubiese sucedido porque en unos pocos minutos, ya había caído en un sueño, el cual deseaba fuese eterno.

Desperté una segunda vez aún mas cansada que antes, con mucha mas pesadez, esta vez el pecho se fruncía con cada respiración, y sentía como un río de pánico estaba por apoderarse de mi, aunque en esta ocasión la luz del sol coloreaba la habitación blanca, haciendo que el frío disminuyera. Sentí un líquido recorrer mis venas, con un sentimiento helado, era algo doloroso y placentero a la vez, como casi todo lo que experimentaba últimamente. Ahí es cuando me di cuenta que alguien desconocido manipulaba mi brazo y mi muñeca a su antojo, mi primer instinto fue alejarme de la mano extraña, pero ésta me tomaba demasiado fuerte, como sabiendo que mis movimientos iban a ser esos, vi unas uñas maquilladas de rojas, junto a unos dedos de piel oscura bastante finos y algo temblorosos, dueños de aquella mano. Seguí el camino de piel oscura hasta que le hallé un rostro. Fino pero cansado, bajo sus ojos de aspecto rojizo, habían sombras que delataban noches infinitas de insomnio. Sacó una pequeña sonrisa de sus labios finos, y empecé a escuchar. No había notado que no había ningún sonido hasta que empecé a prestar atención a mi sentido auditivo, y me sentí dentro de mi misma un poco mas, un poco mas dueña de mis acciones en el momento, y un poco mas presente en aquel lugar.

El contador de mi corazón aturdía, llenaba mis oídos de algo que no deseaba saber: estaba viva, y esa era la última noticia que quería recibir. Levanté mi dedo índice, donde el aparato presionaba y lo miré detalladente cuestionando su verdadero uso, si realmente era para saber si alguien seguía vivo o para recordarme que aún no había muerto, y el infierno de mi realidad seguía siendo mi presente.

Cut Room - A.P Ávila.Where stories live. Discover now