Capítulo XXXII

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No tengo idea de qué decirle a Nova sobre la actitud de Donato, probablemente ella sepa mas de esto que yo, es decir, de él y de su temperamento. ¿Por qué siento que ella tiene ventaja sobre mi? ¿Cuál es la competencia y cuál era el tan preciado premio que merecía mi tan profunda preocupación?

No estaba bien. Estoy trabajando en mi estabilidad y paz interna con mucha paciencia y este asunto de Nova sólo ha removido todo de lugar. Debo respirar.

Luego de la misteriosa partida de Donato, la cual me pareció irresponsable y descortés, Nova se sentó junto a nosotros en su hora de descanso. Y habló.

— Sé que creen que sólo quiero enterarme de lo que sucede para ir y contar a todos la verdad, pero no es así, no soy así. Siento que me juzgan por querer tener información pero me... me preocupo por él — dijo Nova y me miró fijamente.

— Nosotros no juzgamos. — dijo Harsile acariciando su espalda desviando su atención de mi — Pero no podremos pasar por encima de los derechos de autor de Donato. Es su deber decirte. Y si no quiere hacerlo, creo que debemos respetarlo.

Harsile me impresionaba una vez más con su dulce, ronca y lenta voz. El chico era inteligente. Pero estaba enamorado... y no de Jobad.

— No entienden — me miró de nuevo, como si yo pudiese ayudarla — Él era mi mejor amigo. Mi compañero de batalla en el colegio. Y desapareció. ¿Se imaginan todo los escenarios que imaginé? — estaba Nova empezando a llorar — ¿Todas  las cosas que pensé que habían ocurrido?

— Aún así... - intenté decir.

— No. Detente. — respiró varias veces y comenzó a hablar — No me importa que él sea quien deba hablar... yo sólo quiero... necesito... saber.

¿Soy yo o hablar con ella era como hablar a una pared? Estaba intentando no juzgar y conprenderla pero no es tan fácil, y tampoco es fácil mi posición. Mi mente estaba claramente en otra parte junto a Donato. Si no lo encontraba antes de llegar al psiquiátrico tal vez me mataría de una vez por todas. Y si algo le pasó... y si se está haciendo daño...

De repente, la puerta sonó al abrirse. Y la última silueta que esperaba que se encontrase en esa puerta, estaba ahí. Con el cabello húmedo por la recién ducha, tan bajo y corpulento como siempre. Su piel seguía igual que hace algunas noches.

David seguía siendo radiante.

¿Qué hacía ahí? ¿Me estaba siguiendo? ¿Acaso era un amante del café y yo no lo sabía? ¿O tenía alguna cita pendiente acá?

Que estupidez. Me estaba sintiendo mareada.

No puede tener una cita hoy si hace sólo unos días fue al psiquiátrico a decirme que me amaba. No podía ser tan... tan David.

El corazón se disparó a veinte mil por segundo. No podía tomar esto. Era demasiado.

Otra teoría era que fue al psiquiátrico a buscarme pero no me encontraba y seguramente alguien le avisó que había salido al café del frente o quiso tomarse algo mientras esperaba mi llegada.

Pero todas mis preguntas y teorías fantasiosas se borraron de inmediato de mi cabeza cuando los ojos de Nova se iluminaron al verlo, mi corazón se hundió cuando se unieron ambos en un abrazo eterno y podía jurar morir en esa silla cuando sus labios se unieron tiernamente.

Pero... él me amaba. Me ama. Y hace un par de noches me lo dijo.

La cuestión era que el tiempo se había detenido al igual que mi corazón. No literalmente, pero el corazón aquel del que todo mundo habla donde albergamos el amor, ese corazón de forma bonita explotó ante tal escena. Todo se me había olvidado para el momento. Y fue cuando entendí que aún no lo dejaba de querer, así como él aún no dejaba de mentir y de romperme. Era una farsa su amor hacia mi. Todo era teatro. Y estaba actuando como si ya no hubiese pasado por esto antes.

Cut Room - A.P Ávila.Where stories live. Discover now