Capítulo XXVIII

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Despertar al lado de Donato era algo nuevo, ya había despertado a su lado una vez, aquella fatídica noche cuando nuestros cuerpos y nuestra sangre se unieron en una sola, mostrándonos a Donato y a mi que en este proceso, no estamos solos.

Subí mi rostro para observar a Donato, yo estaba recostada en su hombro, debía ser de mañana porque no había tanto frío. Él seguía durmiendo, con el teclado sobre su regazo, se veía hermoso. Parecía un ángel, lucía como si sus facciones faciales hubiesen sido pintadas a mano. Una nariz recta y tan bonita que daba ternura, su línea de la mandíbula era fuerte, marcada e imponente. Sus pestañas largas y pesadas, del mismo color que su cabello. Y su cabello... corto pero ligeramente subido en un muy pequeño copete.

¿Y ese ángel se había fijado en mi? ¿A cuenta de qué?

Lo mas triste de verlo dormir, es que no puedo ver sus brillantes azules y oscuros ojos, con esa luz inigualable. Su luz cambiaba vidas y él no lo sabía.

Que relajado se veía, tranquilo, soñando.

Y me di cuenta que no todo era mi culpa, ni de David. Es culpa del pasado de Donato.

Deja de pensar que no eres la culpable.

No es mi culpa, obviamente fue el shock de estar frente a otra puerta cerrada.

Vamos de nuevo. que tenía tiempo sin hablarte. Me están matando lentamente. Revíveme.

Malditas voces de mierda que sólo arruinan mi existencia.

Dile a Donato que vuelva a cortarse contigo. Lo necesitas.

Por supuesto que no.

Aparté esa rasposa voz, era escalofriante. Quería salir corriendo cuando sentí que los brazos de Donato me sujetaron mas fuerte.

— Chiquitita — dijo, mas bien tarareó — Chiquitita dime porqué — estaba hablando, pero con melodía, y sus ojos seguían cerrados.

Su voz se escuchaba mañanera y mas rasposa de lo común, pero hermosa, como siempre. Llenándome de... mm... esperanza. Como si una luz dentro de mi sad encendiese al oírlo hablar/tararear tan bajito, sólo yo podía escucharlo.

— Tu dolor hoy te encadena — continuó — En tus ojos hay... una sombra de gran pena... — se veía luz azul entre sus párpados medio abiertos — No quisiera verte así — siguió cantando — Aunque quieras disimularlo... si es que tan triste estas, ¿para qué quieres callarlo? — sus ojos finalmente se abrieron para mirarme directo a los míos.

No podía dejar de mirar su sonrisa tonta, y estaba segura de que tenía la misma sonrisa tonta que él. Pero no importaba. Hizo un gesto dando a entender que debía moverme, y -contra todos mis instintos- me moví para dejar que se acomodara. Se sentó correctamente, y yo hice lo mismo.

Sobre sus piernas estiradas volvió a colocar el instrumento, el teclado, y presionó una tecla. Y ahí empezó la melodía.

— Chiquitita — cantó, mirándome a los ojos mientras movía ágilmente sus manos — Dímelo tú, en mi hombro aquí llorando, cuenta conmigo ya, para así seguir hablando. Tan segura te conocí — solté una risita junto a él — Y ahora estás tan quebrada. Dejamela llevar, yo la quiero ver curada.

Para el momento, yo ya tenia lágrimas rodando mis mejillas. La melodía era lenta y paciente, la lírica llegaba a mi corazón tan fuertemente que lo movía, me hacía pensar. Curada. Quiere verme curada. Porque soy su esperanza y las esperanzas no estan rotas como yo lo estoy. Debo curarme.

Cut Room - A.P Ávila.Where stories live. Discover now