Capítulo XII

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Hice, honestamente, mi mejor esfuerzo para parecer linda frente a Donato, pero fue en vano, parecía hueso con ropa caminante y algo de cabello. No odiaba mi cuerpo, pero era tan extremadamente flaca y huesuda que me incomodaba caminar. Los huesos de la cadera se notaban mucho, y las clavículas, nudillos, costillas, se notaban. No había llegado a tal extremo en el que mi columna vertebral sobresaliese pero si seguía en ese ritmo de alimentación, terminaría siendo un pitillo disfrazado.

Sacudí mi cabeza haciendo que algunos cabellos se salieran de la trenza, pero no me importaba en realidad. En realidad ni siquiera sabía por qué quería parecer linda. Soy una chica, tengo hormonas, y Donato es sexy, es mi punto de defensa.

Salí al pasillo frío, estaba bastante calentita dentro de mi sueter azul, por alguna razón: me sentía en casa. Mi trenza me otorgaba un estilo distinto a mi acostumbrado estilo de vestir, lo cual era algo que no me gustaba pero ni mi cabello ni yo estábamos de ánimos para dejarlo suelto.

Es bastante frustrante vestirte sin un espejo.

Salí del cuarto sin tantos ánimos como los que aparentaba, la verdad era que sentía un peso en el estómago, y no, no eran esas malditas mariposas de amor.

Donato sorprendentemente estaba sentado a un lado del marco de la puerta de mi habitación, con sus rodillas pegadas a su pecho y su mirada perdida en el suelo. No tardó mucho en notar mi presencia y me bendijo con su azul mirada y una perfecta y sincera sonrisa.

Donato era hermoso.

— Pero que bonita te ves — dijo con su profunda y ronca voz mientras se levantaba.

La verdad era que sus palabras transmitían lo que decían, no era sólo "oye te ves bonita" era mas profundo que eso.

— Gracias. Tú también te ves bien. — dije observando su ropa.

Sus pantalones color caqui y su suéter azul oscuro con las mangas en la mitad de su antebrazo y Dios mío santo, moría cada vez que los chicos se vestían así. Un reloj estaba en su muñeca derecha y su piel de porcelana estaba cubierta de cicatrices que verdaderamente acababan conmigo.

— Y no tenía mi mejor ropa limpia. — dijo riéndose.

— Donato... — tomé un respiro para formular bien mi pregunta — ¿cuánto tiempo llevas aquí?

Todo el aire lo boté en esa simple pregunta. No era exactamente lo que deseaba preguntar pero recordé que él mismo me había pedido que esperase para saber su razón de estar aquí.

Una vez mas, me sentía chismosa y averiguadora.

Miró su reloj y sonrió mientras lo hacía. Lo miré extrañada. ¿Acaso estaba contando los minutos para decirme o qué?

— Unos veinte minutos, no te tardas tanto vistiéndote. — me miró a los ojos, sonrió.

— No... yo hablaba de... —

— Sé de qué hablabas — interrumpió.

Estuve apunto de gritarle POR QUE NO ERESPONDES LO QUE PREGUNTO, pero me quedé callada. Sabiendo que él no quería hablar del tema ni un minuto más.

Enrolló su brazo en mi cuello y su olor impregnó mis fosas nasales de una manera placentera, olía a vainilla. O era algo dulce.

Empezó a caminar conmigo a su lado con su brazo en mis hombros y su otra mano en el bolsillo.

— Tendremos tiempo para hablar sobre cualquier tema en toda la noche. Estas sedienta por información. Pequeña curiosa. — habló mientras depositaba un beso en mi sien.

Cut Room - A.P Ávila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora