Capítulo XIX

1.1K 44 14
                                    

— ¿Tienes prisa? — preguntó Epha observando mi nerviosismo.

Creo que mi ansiedad era bastante obvia, ya quería irme con Donato a nuestra misión y así escaparnos. Pero ahora me tocaba esperar, como siempre, esperar por que la buena parte de la historia ocurra. Es obstinante, aburrido y exasperante tener que esperar todo en mi vida. Pero en realidad, ¿qué era lo que verdaderamente estaba esperando? Morir. Una muerte tranquila y sabrosa que yo pueda disfrutar, morir con una sonrisa en mis labios sabiendo que había muerto haciendo algo que me gustaba ocasionarme: autolesionarme.

Y sabía que estaba mal. Que era un pecado terrible atentar contra mi cuerpo, pero me gustaba.

Negué con la cabeza ocultando mi notable apuro en salir de allí. Por suerte, yo era muy buena mintiendo. Que buen talento.

— Entonces podremos hablar por un rato. — sonrió ahora centrándose totalmente en mi. Por favor, que deje de mirarme — Esto es serio. Necesito que me digas qué recuerdas de ayer.

No ha dejado de sonreír, pero tiene algo extraño en su sonrisa. Algo distinto. Aparte de tener cada maldito diente en perfecto estado, lo cual no debe ser normal.

— Yo... — balbuceé.

No quería recordar el día anterior, de hecho, quería borrarlo de mi mente para siempre.

— Tú... —

— Sólo recuerdo imágenes y voces. Nada mas.

— ¿Voces? ¿Las que siempre oyes? ¿O son nuevas?

— La verdad es que... yo... recuerdo no poder controlar lo que hacía. No es que me preocupe... pero...

— Debes preocuparte, Gemma — su tono estaba teñido de preocupación materna — Si no recuerdas nada, y no pudiste controlar nada, hay algo mal, cariño. No vas a poder medir tus actos en esos ataques, ¿sabes que eso es un síntoma de esquizofrenia?

El corazón se detuvo de un golpe, el aire se había esfumado. ¿Esquizofrenia? ¿Yo? Nunca descarte el hecho de tener un verdadero problema mental, pero esquizofrenia era lo ultimo que podía tener. Mi tía, que ahora está a tres metros bajo tierra, sufría de esquizofrenia, según las palabras de mi madre. Yo no la conocí. Sólo conozco a dos de mis tíos, y sólo uno de ellos es una chica. La cual tenía secretos tan oscuros como los míos.

Intenté exclamar, rezar, orar, aunque sea escupir pero estaba como una estatua. Inmóvil. La palabra esquizofrenia se repetía y hacia eco en las paredes de mi cerebro.

— Hay que preocuparse. — concluyó Epha.

Y ahora mismo tenía tanto miedo de tener algún ataque y golpear sin piedad a Epha que inconscientemente me moví sobre mi silla hacia atrás.

— ¿Tienes algún familiar con antecedentes esquizofrénicos? — preguntó con una voz suave.

Asentí. Y ella lo anotó en su hoja.

Ahora ya no quería estar cerca de Donato, Jobad o Harsile, de hecho, quería esconderme en algún rincón oscuro en el que no pueda herir a alguien de ninguna manera. ¿Qué iba a hacer ahora?

— Gemma... tú estás alterándote... respira conmigo y escucha — intentaba, de verdad intentaba escuchar — No te estoy diagnosticando esquizofrenia. No es la primera opción a tus ataques. Puede ser cualquier otra cosa.

Y sé que con cosa se refería a enfermedad mental.

— ¿Qué otra cosa puede ser? — susurré principalmente para mi.

Cut Room - A.P Ávila.Where stories live. Discover now