Capítulo XXX

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"La única persona que puede controlar tu vida eres mismo" -Matthew Lush.

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¿Qué se debe decir cuando el chico que te gusta te dice que está un 100% enamorado de ti? ¿Debo decir yo también o sólo lanzarme entre sus brazos? Pero que dilema.

Jamás pensé tener el poder de enamorar a una persona, y lo que más me agrada de haberlo enamorado, es que se enamoró de la verdadera yo. Me ha visto llena de sangre, vómito, sobre una pista de hielo, con noches de desvelo encima y hasta desnuda, y este chico está enamorado de mi. Diré que esta es la forma mas bonita de enamorarse. O en el colegio. Es precioso cuando se enamoran de ti en el colegio porque resulta que les pareces atractiva o dulce sólo llevando un aburrido y monótono uniforme.

Pero... ¿qué era el amor realmente? Tengo claro que para enamorarse hay que saber sobre la persona hasta la última gota que hay de ellas, o al menos así lo veía yo. Y quería sentir que conocía a Donato de pies a cabeza, pero en el fondo de mi pecho sabía que tenía mucho por descubrir.

Sus ojos estaban nublados, mi pobre y hermoso Donato quería llorar frente a mi por segunda vez. Así que lo abracé y le regalé besos cortos por todo su rostro, limpiando sus lágrimas y haciendo sonidos calmantes. Y él empezó a reír. Eso significaba que lo estaba arreglando.

Besé sus labios, creo que había sido la primera vez en la que yo buscaba el contacto, sonrió en medio del beso y me apretó más a él.

— ¡Estamos en público! — gritó Jobad.

Y es que entre tanta declaración, pensamientos y amor, ya había olvidado que esta fuera de esa jaula que se llama psiquiátrico, esta frente a esta imponente y alta estructura. Como venganza por haber olvidado estar de nuevo en contacto con mi ciudad, una ráfaga de viento tibio nos golpeó a todos en nuestros rostros. Amaba cuando la madre naturaleza decía aquello. Simplemente lo adoraba, la forma en la que el viento quería abrazarme y el sol besarme dejando mi piel ligeramente bronceada. Vivir en esta ciudad y ser blanco era extraño, porque el Sol era tan fuerte que quemaba.

Pero era divino, era un hermoso placer ser vista por este grandisimo Sol.

Había mucha gente en la calle, caminando de aquí para allá, aguantando sol. Aquí mucha gente camina, sin embargo no es tanto como en la capital que las aceras nunca están solas, lo cual es una ventaja para evitar la delincuencia y la inseguridad de este país.

Donato sonrió, mirándome y besando mi sien, me apreté a él con mucho amor dentro de mi. Era hermosa la vista, aunque era nada mas que una calle transitada de doble vía y distintas tiendas al otro lado de los carros. Pero era hermoso. Todo parecía tener mas color, todo parecía estar mas brillante y vivo. Había gente riendo, gente triste y otros sin emociones. Y resultaba que nadie se daba cuenta de nuestra existencia, nadie sabia que es la primera vez en tres semanas que vuelvo a conectarme con el mundo. Quizás algo impactante había sucedido y yo no estaba enterada, y tampoco quería estarlo. Porque en este país, te desconectas una hora de las redes sociales, y ya hay una nueva devaluación, secuestraron al ministro o ya hay otro presidente. Así era mi país.

La gente estaba desconectada a otras, estaba dando obviedad al hecho de estar aquí, vivos. Me sorprendí a mi mismo teniendo pensamientos felices y brillantes. Me sorprendí, sabiendo que ahora que estaba cruzando la calle tomada de Donato, tenía miedo de ser aplastada.

¿Sería posible que una suicida pueda dejar de serlo? Una vez leí, que quien una vez es suicida, siempre lo será. Y estaba de acuerdo, hasta este día en el que te encuentras a ti mismo temiendo morir.

Cut Room - A.P Ávila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora