NUEVE

903 96 49
                                    

La misma noche de la llegada a la residencia Choi, Kim no podía sacarse la imagen del hijo de su socio de la cabeza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La misma noche de la llegada a la residencia Choi, Kim no podía sacarse la imagen del hijo de su socio de la cabeza. En la noche cuando todo estaba en silencio y él estaba en la cama mirando el alto techo fijamente, aún parecía escuchar la dulce voz de ese encantador muchacho. Esa noche ansió la llegada de la mañana para poder bajar a desayunar y encontrarse con ese pedacito de cielo iluminado; apodo que su propia conciente le puso a ese que robaba todos y cada uno de sus pensamientos desde que lo vió.

Con todos sus pensamientos dando vueltas al rededor de un encantador y dulce rubio, cayó profundamente dormido.

A la mañana siguiente, tomó un baño rápidamente y trató de estar listo lo más pronto posible para poder bajar al comedor de forma inmediata.

Cuando entró al comedor ignoró por un momento a las tres personas que estaban en la alargada mesa; al hombre que estaba leyendo el periódico y a sus dos hijas, su mirada recorrió el lugar buscando a alguien en especial, pero no estaba en el lugar.

— Buenos días, Kim. — Choi despegó la mirada del periódico para darle los buenos días a su invitado. — ¿Dormiste bien? — Prosiguió a preguntar.

— Buenos días, dormí bastante bien. — No se movió de la entrada al comedor. — Jihyo, Chaeyoung, buenos días. — Saludó de igual forma a las dos chicas sentadas a la izquierda de su padre, recibiendo una cordial respuesta por parte de ambas.

En tan poco tiempo de estadía, Kim ya tenía una opinión que no compartiría con nadie sobre las dos hijas de su socio. Eran como creadas con un molde, muy parecidas entre ellas, cómplices de si mismas, y de su madre. En tan poco tiempo ya se había dado cuenta de la buena relación que tenían madre e hijas. A diferencia de con el hijo menor, la señora de la casa no reprendía para nada el comportamiento de las hijas mayores, pero lo entendía a la perfección, una mujer de sociedad como lo era Miranda rechazaba el comportamiento de las vidas despreocupadas y de espíritu libre; justo como lo era SeokJin.

— Toma asiento, Kim. — Choi habló. — El desayuno ya debe estar listo.

— ¿Dónde están Miranda y tu hijo? — Preguntó por los que faltaban una vez tomó asiento, tratando de que no se notara su especial interés en la ausencia del muchacho más joven de la casa.

— Miranda aún no baja y Jin está en la cocina. — Choi respondió sin mirar a otro lado que no sea el periódico. — ¿Te dije que mi hijo adora cocinar? — Preguntó de forma entusiasta dejando de lado el periódico.

— Un par de veces. — Una sonrisa se hizo presente en los labios de Kim. — Luego dices que no es... — Se detuvo a sí mismo al recordar la presencia de las dos chicas. No creía que a estas les agradara escuchar que su padre tenía  un favorito y que ese no es ninguna de las dos.

— Buenos días. — La voz de Miranda se escuchó en el comedor.

La mujer se veía tan elegante como siempre.

Caja De Cristal   |Namjin|Where stories live. Discover now