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Mes y medio después 

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Mes y medio después 

—¿Cielo, cómo es Hana contigo? —preguntó el moreno después de haber apagado el secador, con el que anteriormente había estado secando la humedad en el cabello de Jin—. ¿Te trató bien cuando yo no estaba?

—Sí —respondió mientras asentía repetidamente—. Es muy amable conmigo, no es como... 

—No digas su nombre —interrumpió el castaño—. Me prometiste que la olvidarías —le recordó la promesa que Jin le había hecho después de los problemas con la pelirroja que para ese momento ya se encontraba bien enterrada desde hace bastante tiempo. 

Las cosas habían ido relativamente bien hasta entonces. Hacía aproximadamente una semana que había llegado Hana a la cabaña; una pelinegra de mediana edad y de mejillas rellenas. Esta vez Kim sí se había asegurado de que no se tratara de ninguna loca drogadicta. 

Él estuvo presente la mayor parte de la semana en la que la chica empezó a quedarse ahí, pero no podía darse el lujo de no volver a la ciudad, debía seguir en el papel de buen amigo que desafortunadamente ha estado muy ocupado fuera de la ciudad. En esa semana tuvo que ir a la ciudad por exactamente un día y medio. En todo el tiempo que estuvo fuera no pudo evitar preocuparse, pero llamaba cada que podía y hablaba con Jin en cada llamada. Nada podía estar mal, sabía que Jin no le ocultaría ningún tipo de abuso que llegara a recibir en su ausencia. Antes de partir se aseguró de explicarle a Jin que no debía permitir que lo maltrataran de ninguna forma existente, y que si pasaba algo podía contárselo sin dudas cuando hablaran por teléfono. Con eso estuvo más tranquilo, y aún más tranquilo se encontraba cuando Jin empezó a contarle lo amable que era Hana con él.

—Listo, cielo —informó una vez terminó de acomodar los suaves mechones de ese cabello dorado que poseía el menor y depositó un beso delicado en la mejilla del mismo. Jin ni se inmutó, en los últimos días al moreno se le había hecho costumbre dejar besos en sus mejillas; al principio los nervios le impedían sucumbirse ante tal muestra de afecto, pero la frecuencia en la que recibía esa clase de afectos era tan elevada que rápidamente empezó a simplemente dejarse hacer. De todas formas Namjoon lo había cuidado y salvado. 

Por otro lado, la búsqueda y la preocupación de la familia de Jin seguía en pie. Siwon cada vez se veía más demacrado, y también su esposa, pero sin dudas, y a la vista de todos, a él le estaba afectando la desaparición el doble o hasta el triple de lo que había afectado a su esposa o a sus otras dos hijas. Namjoon estaba consiente de que no lo habían atrapado por la incompetencia policial y no porque él haya hecho un buen trabajo escondiendo a Jin, pero eso no podía importarle en lo más mínimo. 

—¿Podemos comer raviolis para la cena? —preguntó el rubio siguiendo a Kim hasta el sillón donde este tomó asiento; y se sentó en sus piernas, pasando de igual forma su brazo izquierdo por el cuello del moreno. 

No solo los besos en las mejillas se habían hecho costumbre, Jin también estaba bastante acostumbrado a tomar asiento en los muslos del mayor. Decía que era cómodo y así podía robar un poquito del calor que le podía proporcionar el cuerpo contrario.

Caja De Cristal   |Namjin|Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum