Capítulo 39: Infierno

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“En la oscuridad hay contrastes, como en la luz se refleja de alguna sombra

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En la oscuridad hay contrastes, como en la luz se refleja de alguna sombra.”

La madre Prudence no estaba muy conforme con la elección que tomó al contratar a los dos nuevos profesores. Veía algo extraño en ambos y no parecían las mismas personas con las que contactó hacía unos meses por teléfono. No podía distinguir si eran sugestiones suyas, ya que solía sobrepensar las cosas en demasía. Así que prefirió darles una oportunidad. No quería juzgar de primeras, pues todavía no les había dado una mala impresión.

Sin embargo, sus dudas se las expresó a Sor Amelia, que se encontraba a su lado en la mañana

—Sus voces no parecían las mismas personas con las que hablé en un principio —confesó—. Quizá puede que me esté equivocando, pero me trasmiten algo... inusual, hermana.

—Madre, la desconfianza es normal dada la circunstancia que tenemos. Veamos cómo se adaptan estos días.

La madre superiora se cruzó de brazos.

—¿No te parece demasiado joven la profesora? —inquirió.

—Las apariencias engañan mucho, madre. La genética, sobretodo, en ocasiones te hace lucir muy joven. Se conservará bien.

—Puede ser. ¿Y qué opina del profesor, hermana? ¿No te parece que su mirada está bañada en soberbia y burla? Nos mira con sátira.

—Creo que no debería darle tanta importancia. La forma de los ojos hace mucho en una persona. Ahora los jóvenes podrán dar sus clases sin inconvenientes. Solo recemos para que ninguna tragedia ocurra.

—No ocurrirá. A no ser que la iniquidad haga de las suyas.

—Solo deben estar ajenos a lo que ocurra, madre. No lo sabrán —susurró.

—Dios te oiga.

La enfermera Margaret se aproximaba a paso ligero al aula donde la nueva profesora se preparaba para dar clase. Los alumnos aún no habían llegado y esperaba paciente sus presencias. La primera irrumpió con una expresión de asombro, la segunda la miró y la saludó con su mano.

Verla con hábito y actuando cual novicia era cuanto menos irónico, dado el pasado sádico y el historial que tenía la joven.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Victoria? —preguntó la mujer, pasmada.

Ambas se conocían, por supuesto. Victoria Massey fue alumna en la institución Fennoith para alumnos con problemas de conducta, cuya institución fue más un infierno de crímenes y locura que un instituto para corregir el carácter del alumnado. Margaret trabajo allí por más de una década.

La nueva profesora esbozó una sonrisa felina y dijo:

—Sor Victoria —corrigió con burla.

—¿Acaso tienes idea de cómo ejercer de profesora? ¿Sabes que podrían pillar tu mentira? Eres joven, mi niña.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now