Capítulo 20: Bajo la nieve

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“Tú conocías el comportamiento de mis demonios y yo no sabía la falsedad de tus angeles

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“Tú conocías el comportamiento de mis demonios y yo no sabía la falsedad de tus angeles.”

Aquella mañana de domingo, Kaden se despertó buscando con vehemencia la memoria SD que le había robado al profesor Allan Devine, la cual contenía la prueba del romance entre Sor María y el hombre.
Estaba muy seguro que la había ocultado en el primer cajón de su mesita de noche, dentro de un calcetín. Por más que buscaba y rebuscada, la pequeña tarjeta no aparecía. No lo comprendía. ¿En qué momento de la noche alguien saqueó sus pertenencias?

Jesse y Denis observaron la actitud del varón y decidieron acercarse conforme los demás alumnos salían del dormitorio, ajenos de lo que quiera que buscaba el muchacho.

Kaden se llevó las manos a la cadera, resoplando por su boca.

—¿Qué buscas con tanto ahínco? ¿Has perdido algo? —inquirió el rubio.

Viviane se presentó en los pasillos, sin entrar al dormitorio porque estaba prohibido para una chica. Esperaba paciente a sus compañeros, pero al ver la situación se percató que pasaba algo.

—Pues... —habló Kaden mirando los rostros de los presentes—. Anoche grabamos con la videocámara de Allan Devine a él y a la hermana María, para así amenazarlos con más efectividad, pero alguien me ha robado la tarjeta SD.

Viviane, al oír la última frase, entró exasperada a la habitación y señaló a Kaden, malhumorada.

Luego, ella dijo:

—¡Lo sabía! ¡Sabía que esto no saldría bien! ¿Ahora que hacemos? ¿Quién lo ha robado? Dios mío, cómo se entere la madre Prudence...

—Terrible, oremos —bromeó el chico, restando importancia al asunto.

—¡Kaden! —regañó la chica.

—¿Qué?

—¿No lo entiendes? No puedes mostrarte tan pacífico. Alguien no quiere que esto se sepa. Lo han robado por un motivo.

Él chasqueó la lengua.

—Se solucionará, Viviane. Tranquila —dijo.

—¿Alguien os vio u os siguió en la noche? —preguntó Denis.

Kaden se encogió de hombros y Viviane negó con la cabeza en signo de respuesta.

—Yo encontré esto en la biblioteca —añadió el moreno mostrando la nota a ambos, que halló en una de las biblias.

—Está rogando a Dios para que alguien se muera... —murmuró la muchacha al terminar de leerla, atónita.

—Podría estar hablando de Eloy... o de otra persona —dijo Jesse.

Kaden frunció el ceño y se mantuvo en silencio, estudiando las palabras de la hoja.

Sea quien fuere la persona que había escrito aquella plegaria tan sombría, estaba hablando de alguien a quien tenía demasiado inquina en Annavenim a tal punto de desearle la muerte o incluso acabar con su vida con sus propias manos.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now