Capítulo 5: Jaque Mate

25.3K 3.2K 1.5K
                                    

"Me quedé demasiado tiempo dentro de mi cabeza y terminé perdiéndola"

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

"Me quedé demasiado tiempo dentro de mi cabeza y terminé perdiéndola".
-Edgar Allan Poe.

Viviane dejó de agredir a Adriana al ver que Kaden fue quien sostenía entre sus dedos la pulsera que le regaló Eloy. Un montón de alumnos habían hecho un corrillo, presenciando la pelea. La joven se acercó al varón con una expresión descontenta. Emanaba un exasperación irremediable en aquellos momentos. Sus ojos estaban humedecidos, evitaba que las lágrimas resbalasen por sus mejillas. Aquella pulsera era lo único que le quedaba de Eloy. El hecho de ver cómo jugaban con sus sentimientos como si pudieran aplastarlos con la palma de su mano, lograba que quisiera llorar de rabia.

«No merezco ser el bufón de nadie», pensó.

—¿Cómo te atreves a tocar lo que no es tuyo? ¿Con qué derecho haces eso? —juzgó Viviane arrebatándole la pulsera de sus manos.

—Esta mañana me dijiste que carecías de impulsividad —le recordó—. Yo te he visto muy impulsiva en agredir a tu compañera de clase por esa pulsera. Ni siquiera te has detenido en preguntar si ha sido ella.

—Ya veo que has sido tú.

—No. Ni siquiera he sido yo, sino la amiga de Adriana. Tamara Dorsey. La vi robarla para que tú reaccionaras como una energúmena. Se la quité de su mochila mientras nadie miraba. Eso es lo malo de juzgar sin pruebas, Viviane —Kaden se acercó a su oído para que nadie oyera lo último—, pero me alegra que hayas despertado. Sabía que tenías un carácter interesante.

Adriana Padmore miró a su amiga con desilusión. Por culpa de ella, las jóvenes habían discutido mientras la chica se lo tenía callado. La segunda jugueteaba con los dedos de su mano, nerviosa ante la verdad.

—¡Tamara! ¿Cómo has sido capaz? —quiso saber Adriana.

—Pensé que nos divertiamos riéndonos de Leavitt. Es la loca del grupo —declaró.

—¡Por tu culpa seré castigada!

Tamara agachó la vista, abochornada. Muchas veces buscaba la aprobación de Adriana llevando a que hiciera cosas que, en el fondo, no quería hacer.

La madre superiora se manifestó rompiendo el corrillo de alumnos alrededor del dormitorio. Después de recibir la información de que Viviane y Adriana se habían jalado del cabello en una trifulca, la señora se las llevó a ambas de un tirón de brazo. Las llamó desvergonzadas.

Kaden las vio marcharse sin decir nada.

La madre superiora las obligó a sentarse en las dos sillas restantes de su despacho. Las jóvenes no se miraban a la cara. Sus uniformes estaban arrugados y sus cabellos despeinados cual nido de pájaros. La monja se sentó frente a ellas y las observó con una expresión malhumorada. Les venía un castigo y, aún así, Viviane no parecía estar asustada, pero Adriana, sí. La segunda era una estudiante erudita y no quería que las monjas informaran a sus padres de su actitud insolente, pues se le caería la cara de vergüenza.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now