Capítulo 15: Solo

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“La realidad y la miseria me oprimen y, sin embargo, sueño todavía”

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“La realidad y la miseria me oprimen y, sin embargo, sueño todavía”.

Viviane fue incapaz de apartar la mirada del espléndido cuerpo desnudo del varón, que se hallaba ajeno bajo la regadera. Se sintió muy culpable de que él le hubiera despertado un profundo deseo en su interior al apreciar la profunda belleza de su figura, digna de una pintura renacentista. No podía creer que bajo ese uniforme se escondiera un cuerpo tan deleitoso.

—¿Llevas mucho tiempo mirándome?

La voz de Kaden la sacó de su ensimismamiento, logrando que reaccionase de un modo que antes no pudo; se cubrió sus ojos con ambas manos y giró sobre su eje, dándole la espalda. Ella empezó a balbucear y a decir palabras ininteligibles a causa del nerviosismo. El primero soltó una risa por su reacción.

—¡Perdón, perdón, perdón! No sabía que había alguien duchándose a estas horas —murmuró ella.

El joven se cubrió la cintura con una toalla. Las pequeñas ondulaciones de su cabello junto a su cuerpo fornido le daban un aspecto muy cautivador.

—Para perdonar ya está Dios —comentó él—. Date la vuelta.

Ella se giró con lentitud hasta encontrarse con su persona. Sus ojos tierra se miraron los suyos.

—Lamento mucho haberte interrumpido —expresó la muchacha—. No era mi intención.

—Permaneciste durante tres minutos observándome en silencio. Te noté.

—¿Qué...?

—Supe que estabas ahí por el aroma que desprendes —explicó—. En ocasiones hacerse el tonto es la opción más inteligente, mon amour. Pensé que te irías, pero te quedaste ahí, mirándome. Qué curioso, ¿verdad? Y qué descarado por tu parte —la sátira en su última frase fue palpable.

Ella tragó saliva, incómoda. Notaba el ardor de sus mejillas encendidas.

—¡Piensa lo que quieras! No tengo que justificar nada. Eras tú el que estaba duchándose a una hora que no toca. ¿Sabes que podrían castigarte por lo que has hecho?

—A ti también podrían castigarte por entrar en los baños de chicos. Además, te dije que me gustan los riesgos. Ya veo que a ti también.

Viviane permaneció en silencio. Kaden sonrió, victorioso.

—Eso, mófate. Disfruta de tu momento de gloria —murmuró ella.

—¿Por qué estás a la defensiva, mademoiselle? No te estoy echando nada en cara, tan solo narraba tu actitud. No tiene nada de malo excitarse. Puedes mirarme todo lo que quieras. No muerdo.

—No estoy excitada —recalcó.

—Tu respiración dice todo lo contrario.

La muchacha se cruzó de brazos y ladeó su cabeza, analizando al chico que la juzgaba.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now