Capítulo 13: Secreto

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“No te fijes en lo que dicen, fíjate en lo que hacen

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“No te fijes en lo que dicen, fíjate en lo que hacen. Las acciones nunca mienten”.

Viviane permaneció absorta ante la confesión de la madre noche. Según la señora, había visto a Eloy Sadler morir. Y eso tenía a la primera muy sobrecogida. Las dudas invadieron la mente inquieta de la muchacha, quien no tuvo ningún pudor en que la monja se las aclarara de inmediato.

La anciana le dio la espalda para continuar mirando la nieve de la ventana y prosiguió a explicar su frase mencionada.

«Aquella noche helada me encontraba trasnochando como muchas otras veces hago. Todo estaba muy oscuro, por lo tanto mi única fuente de luz era un pequeño farolillo con una vela. Escuché la puerta principal abrirse, así que bajé con cuidado las escaleras. Mis huesos ya no están fuertes, mis rodillas duelen, y esa razón me dificulta ser rápida. Me tomó un tiempo llegar abajo. Pensé que alguna hermana había salido afuera, pero cuando vi un extraño movimiento en el lago, intenté enfocar mejor mi vista. Para mi mala suerte, mi ojo derecho está lleno de cataratas y no podía ver con claridad lo que  sucedía. Cuando llegué al lago, vi el hielo roto y unos brazos bajo el agua congelada pedían auxilio. Lo saqué de ahí como pude, grité a todo pulmón la ayuda de las hermanas, pero ya era demasiado tarde. Cuando llegaron, el muchacho había perdido la vida en mis brazos».

Las lágrimas de Viviane cayeron sin previo aviso. Por un momento imaginó que la madre noche había tenido algo que ver con su muerte pero, después de oír su historia, entendía que la monja intentó rescatarlo sin resultado alguno.

—¿Por qué no lo contó antes? —formuló ella, apenada—. Ha permanecido un año en silencio.

—¿Ha servido de algo esto que has oído? Aunque hayas escuchado lo que te he contado, Eloy está y seguirá estando muerto. La única razón por la cual me he abierto contigo, es porque tu energía me lo pedía. Estás tan llena de tristeza y tan profundamente quebrada. Te veo todos los días, muchacha. Veo cómo la culpabilidad recae en ti por algo que no has cometido. No fue tu culpa.

El nudo en su garganta se hizo más presente.

—¿Usted cree que de verdad fue un suicidio?

La madre noche se giró para responderle. Sus ojos miraron los suyos.

—Lo que yo crea no cambiará nada —sentenció.

—Pero... Están sucediendo cosas muy extrañas en Annavenim, madre noche. ¿No lo ha notado?

La señora monja desvió la vista al final del pasillo, donde pareció mirar algo con vehemencia. Pero ahí no había nadie.

—Ya te lo he dicho: la muerte camina siempre cerca —respondió.

Viviane creyó que la anciana ya no le daría más cuartelillo, pues ya había charlado lo suficiente. Sin embargo, antes de que la joven desapareciera de los pasillos, la señora se dirigió por última vez a ella.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now