Capítulo 6: Encierro

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"Nadie miente con más seguridad que un engañado

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"Nadie miente con más seguridad que un engañado."

La Madre Noche escuchó sonar el ladrillo suelto del ala sur, situado cerca de la habitación de las muchachas. La señora se presentó al final del pasillo con una vela sobre sus manos, alumbrando la penumbra.

—¿Quién anda ahí? No te escondas. Sé dónde estás —dijo con un tono de voz muy sombrío, dispuesta a llevarse a la adolescente despierta en mitad de la noche.

Adriana retrocedió sus pasos, volviendo de nuevo a la habitación antes de que la anciana supiera de su desvelo. La primera solo pensó en salvarse así misma, lo que hiciera Viviane con Kaden le traía sin cuidado.

Dado que la culpa fue de Adriana por pisar donde no miraba, Viviane la maldijo repetidas veces al verla huir de un problema que la propia joven había creado.

Kaden agarró de la mano a Viviane y siguieron a la otra joven. Si la Madre Noche se enteraba de que Viviane faltaba en la habitación, un terrible castigo se le avecinaba, así que la única salida era retroceder. Sin embargo, el varón debía esconderse también en el ala de las chicas, pues no le daba tiempo en volver a su dormitorio.

Una vez allí, Adriana y Viviane se ocultaron bajo las sábanas, haciéndose las dormidas en sus respectivas camas. Kaden se agachó para ocultarse en el hueco de la cama de la segunda.

Los pasos acelerados de La Madre Noche resonaban en los pasillos cada vez más fuerte, dando el aviso de que se encontraba cerca. Abrió de sopetón la habitación de las chicas, inspeccionando con sumo detalle si estaban dormidas. La respiración de la señora era pronunciada y se oía de manera inquietante.

Muy pocos alumnos se atrevían a enfrentarse a ella, pues su aspecto siniestro no incitaba a desobedecer. Tenía cataratas en el ojo izquierdo, luciendo una pupila nublada y sin brillo. Su expresión malhumorada tampoco ayudaba en adquirir confianza en aquella mujer tan poco amigable. La ropa oscura que siempre portaba se camuflaba en la oscuridad haciendo que pudiera camuflarse bajo la negrura y así sorprender a quienes incumplían las reglas de la noche.

—La Madre Noche lo sabe todo —susurró la señora—. La oscuridad siempre avisa a quienes caminan donde no deben. Las niñas desobedientes serán castigadas.

El corazón de las jóvenes conscientes se aceleraron sobremanera al oír tremendo comentario aterrador. Sentir pavor por uno de sus castigos era habitual en Annavenim.

Kaden acechó cómo se paseaba la mujer por las camas, revisando si las chicas se encontraban en siete sueños. Viviane sentía mucho nerviosismo por si La Madre Noche descubría la presencia del varón en el dormitorio. La última se detuvo a los pies de la cama de Viviane y la muchacha hizo su mejor actuación para parecer dormida.

Logró causar efecto su falsedad, por lo tanto, la mujer se marchó de la habitación.

El joven salió de su escondite, sacudiéndose el pijama de polvo. Él y ella encontraron sus miradas. Luego, Kaden susurró:

Un peligro para sí mismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora