Capítulo 16: Alarma

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“El miedo no te mata rápidamente, pero te colapsa; te va robando minutos de presente y te mantiene en un bucle de indecisión, atrapado dentro de ti mismo”

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“El miedo no te mata rápidamente, pero te colapsa; te va robando minutos de presente y te mantiene en un bucle de indecisión, atrapado dentro de ti mismo”.

La madre Prudence esperó una respuesta por parte de Denis Ellsworth. La ausencia de Bastien ocasionó que la monja preguntara la razón del por qué su compañero de castigo no se encontraba con él. Lo buscó con la mirada en la capilla, pero no visualizó al varón en ninguna parte.

La mirada indiferente del adolescente no pasó desapercibido por la señora, quien empezó a juzgarle. Denis la observó al percatarse de su actitud recelosa y se apresuró en aclarar las dudas de la señora.

—Llegué el primero —dijo—. No es mi culpa que Bastien se haya pasado el castigo por el arco del triunfo.

Sin previo aviso, el joven ausente se manifestó en la capilla, abriendo la puerta con sorpresa. Prudence pareció respirar aliviada, pero aquella expresión no duró mucho cuando empezó a fruncir el ceño.

—¿Por qué llega tarde, joven? —formuló.

—Estaba en el baño. Disculpe, madre.

—Rezad en silencio —ordenó la monja, sentándose en el fondo.

Bastien tomó asiento al lado de Denis, quien el segundo lo miró de soslayo. Le repugnaba su presencia después de lo ocurrido en los comedores y, sobre todo, con el intento de abuso a Jesse. Verlo a su lado como si nada le importara, le ocasionaba una animadversión horrible.

—Hubiera preferido que tu tardanza se sumara a los muertos de Annavenim, así no tendría que lidiar con tu cara —susurró Denis.

—Pues ten cuidado, no vaya a ser que el próximo muerto seas tú —espetó el otro.

Denis apretó su mandíbula.

—Vuelve a tocar a Jesse Atkins y te juro que serás lo último que hagas —añadió el moreno.

—¿Qué pasa? ¿Te lo quieres follar o qué? Ya decía yo que veía algo de gay en ti. Estás todo el santo día pegado a Jesse, solo te falta comerle el culo. Me amenazas con contar, supuestamente, que soy homosexual; y quizá el maricón camuflado lo seas tú más que nadie.

Ellsworth mantuvo la vista al frente, evitando mirar la sonrisa burlona del otro. Los ojos del moreno denotaban una furia aterradora, y el músculo pronunciado de sus mejillas avisaba que apretaba con fuerza los dientes, controlando sus impulsos contra Bastien.

—El que calla, otorga —añadió Bastien.

Denis se cambió de banco y el compañero soltó una risa nasal. La respiración del primero era pronunciada, pero trató de calmarse cerrando los ojos. Lo mató de pensamiento en repetidas ocasiones y deseó que algo nefasto le ocurriera.

Más tarde, Viviane estaba con Jesse y Kaden en el patio cuando observaron cómo un vehículo se detenía tras le verja que los separaba de la realidad. Dos hombres se bajaron en seguida del coche llamando al pequeño botón para que abrieran las rejas principales. Los pequeños copos de nieve caían sobre sus gabardinas oscuras. El caballero de ojos azules tenía más poder que el otro, porque tomaba las riendas de todas las acciones.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now