Capítulo 23: Te he visto

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“La vida consiste en ir saltando de abismo en abismo y creemos que la felicidad son esos instantes entre saltos, en los que crees volar y en realidad caes

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“La vida consiste en ir saltando de abismo en abismo y creemos que la felicidad son esos instantes entre saltos, en los que crees volar y en realidad caes.”

El cuerpo inerte de Adriana Padmore sobresalía de la tierra excavada. Los insectos de su alrededor huyeron ante la presencia ajena de los muchachos. No podían creer lo que sus ojos veían. La chica jamás se marchó por voluntad propia de Annavenim, sino que alguien la mató para que no contara lo que vio aquella noche. Al afirmar el hecho, los adolescentes tenían la constancia de que algo muy siniestro se estaba cociendo en el internado de prestigio.

Bastien comenzó a dar vueltas sobre sí mismo, aterrorizado. Le resultaba difícil asimilar lo que estaba acechando. Pero más complicado le era entender el por qué Viviane tenía el conocimiento de que Adriana se encontraba enterrada en una zona concreta. El varón se aproximó a la muchacha y, con agresividad, la sostuvo de los brazos obligándola a levantarse de la nieve.

—¡¿Cómo sabías que se encontraba ahí?! —vociferó conforme la zarandeaba—. ¡Maldita psicópata!

Kaden, al ver semejante escena, se aproximó con rapidez y sostuvo con dureza las muñecas de Bastien para que soltara a la chica. Ambos se miraron a los ojos y, justo después, el primero lo empujó con violencia haciendo que el chico cayera a la nieve ante la fuerza empleada. Bastien lo observó, absorto.

—Como vuelva a verte agarrar así a una mujer, no tendré piedad por ti. ¿Dónde están tus malditos modales? Fils de pute! —maldijo en Francés.

—Ella... ¡Ella sabía dónde se encontraba un cadáver! ¿Es que soy el único que lo ve sospechoso? Ni siquiera ha dado una explicación —añadió Bastien.

Jesse miraba a su amiga en silencio. No la juzgaba, pero le parecía muy chocante que hubiera averiguado que Adriana yacía ahí. Ni siquiera podía asimilar que había un cadáver a pocos metros de todos. Parecía una pesadilla.

A pesar de lo asustada que se encontraba la muchacha, ella se apresuró en tomar la palabra.

—Aunque yo te dé una explicación, alguien tan tonto como tú no me creería. Limítate a creer que, con esta demostración, la muerte de Eloy fue homicidio —se defendió la joven—. No necesitas que te diga nada más.

Bastien se incorporó para ponerse a su altura.

—¿Y esperas que acepte que supieras dónde se encontraba el cadáver de Adriana sin una explicación? ¡Podrías ser tú la culpable y ninguno de nosotros saberlo! Además, parecías una obsesionada con Eloy Sadler. A saber qué actos eres capaz de hacer.

A Viviane se le aceleró el pulso al oír aquello y la decepción junto a la rabia invadió su cuerpo. Ella se aproximó al muchacho desafiándolo con la mirada.

—¡Cómo te atreves! ¡Capullo! —gritó—. Estoy tratando de descubrir quién mató a Eloy y Adriana y eres tan sucio como para acusarme.

—Ya, el patrón de muchos asesinos es colaborar en la investigación que ellos mismos han provocado para así no levantar sospechas de su persona.

Un peligro para sí mismo ©Where stories live. Discover now