CAPITULO 3.- AMBER.

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—Pobre Hanna— murmuré.
Suspiré y me retiré de la ventana de la cocina.
La casa se sentía grande y vacía, le hacía falta un toque de hogar que yo estaba dispuesta a darle, después de todo solo podía disfrutar de un año más en compañía de mis hermanas, y quería que eso fuera perfecto.
La puerta de entrada sonó.
— ¿Dónde habías estado?—le pregunté a Summer.
Me sorprendí al ver que estaba empapada de la cabeza a los pies. Corrí hacia ella, sacando su camiseta por encima de su cabeza.
— ¡Jesús! ¡Summer! —la reprendí.
No me haría mucho caso, nadie nunca me hacía caso.
La empujé hacia el baño para que tomara una ducha con agua caliente.
No se quejó, de hecho esto era muy extraño. No habló, ni siquiera chilló.  Su mirada estaba perdida en alguna parte y había una sonrisa boba en sus labios.
Decidí no prestarle atención a eso por el momento, ahora era más importante evitar que pescara una neumonía.
Terminó de sacarse la ropa por sí sola y entró en el agua caliente.
La casa estaba muy fría, por lo que decidí llevarle su ropa de dormir al baño, para que se cambiara.
Subí los escalones rechinantes saltándolos de uno en uno, me gustaba hacer eso cuando nadie me veía.
Tomé la ropa de Summer, salí de su habitación y vi que la puerta que daba a las escaleras del ático estaba abierta.
Mordí mi labio ante la perspectiva del enojo de Hanna, pero aun así me tragué mi mala costumbre de imaginarme escenarios no deseados y subí las escaleras.
— ¿Hola?—pregunté asomando la cabeza por la entrada.
—Pasa— murmuró.
Ella estaba sentada a un lado de la ventana, sus ojos perdidos en la lejanía.
Dejé la ropa de Summer sobre su cama y me senté a su lado.
— ¿Qué pasa, Hanna?—pregunté preocupada.
—Podrías... ¿Podrías llamarme Banana?—titubeó al preguntar.
Mi madre solía llamarla Hanna Banana, y cuando ocurrió lo que debía ocurrir. Ella simplemente no permitió que nadie la llamara así de nuevo. Hasta hoy.
Sonreí ligeramente.
— ¿Qué pasa, Hanna Banana?—pregunté.
Ella me miró. Sus ojos llorosos y de su labio corrían un hilillo de sangre por lo fuerte que lo estaba mordiendo.
Hanna se percató de que miré su boca y la limpió con una mano.
—Hace tiempo que no te pasaba eso— murmuré.
Negó con la cabeza.
—No quiero hacerlo. Yo no vine aquí a tener una vida. Yo estoy aquí para prepararme para la llegada del invierno.
Sentí un nudo en mi garganta.
—El invierno está muy lejos— interrumpí.
Ella sabía que me asustaba hablar de eso, cualquier tontería relacionada con las estaciones. Aun me costaba trabajo creerle a Ralph sobre esto.
Hanna sacudió la cabeza y se puso de pie.
Supe que aquí terminaría el pequeño momento. Esa pared de hielo que siempre la acompañaba se construyó de nuevo y me dejó fuera de sus pensamientos.
Me miró y se tiró en la cama. Sus ojos fríos, enfadados y distantes.
Dirigí mis pasos hacia la puerta para ir con Summer.
—El cambio sucederá este año— dijo y me dio la espalda.
Negué con la cabeza y corrí hasta el baño. Le entregué la ropa a Summer.
Ella supo al instante que algo me sucedía. Eso pasaba conmigo, soy un libro abierto, es fácil saber cómo me siento o pienso.
— ¿Amby? —preguntó Summer.
La miré fijamente y sonreí.
—No te preocupes, estoy bien.
Ella no pareció muy convencida pero sonrió.
No quería estar sola, esperaría sentada afuera del baño hasta que Summer estuviera lista y le pediría ayuda para preparar la cena. No quería estar sola nunca más.
Acompasé mi respiración al sonido del reloj de la sala, recogí mis piernas y las apreté fuerte contra mi pecho, las manos alrededor de ellas. Así, en esta posición nada, absolutamente nada podría hacerme daño. Esto era parte de todo. Todo formaba parte de todo y nosotras éramos parte de eso.
La puerta del baño se abrió y Summer salió ya vestida y seca, con una nube de vapor a su espalda.
—¿Me ayudas con la cena?—pregunté antes de que fuera capaz de hablar.
— ¡Claro! —dijo con una sonrisa y ofreciéndome su mano para que me levantara.
—Gracias—murmuré.
— ¿Dónde está Violeta? —preguntó.
Puse los ojos en blanco y sonreí. La visión de Violeta siempre nos hacía sonreír.
Incluso a Hanna... bueno, a Hanna solo a veces.
—Fue a conocer los jardines— expliqué.
Summer sonrió.






Corazón de hieloWhere stories live. Discover now