CAPITULO 21.- HANNA:

225 33 0
                                    

Ni en sueños me volvería a subir al auto de Gabriel. Él podía llevar a Amber y Violeta a casa, yo prefería ir con Dominik. Y eso que sus anteojos estaban rotos y no veía bien. Prefería la posibilidad de morir en un accidente automovilístico que ir en el mismo lugar que Gabriel.
Subí en la parte del copiloto del Jetta negro y Dominik echó a andar el auto.
—De verdad espero que no choquemos o algo así— dijo.
Puse los ojos en blanco.
—Hay cosas peores que esas.
— ¿Como cuáles? —preguntó frunciendo el ceño.
—Como que escondan tus cosas.
— ¿Te parece peor eso? Yo sigo creyendo que es más horrible la posibilidad de que tus órganos internos queden desparramados por toda la carretera.
—Eso no es horrible. Es asqueroso— repliqué.
Dominik resopló una risa.
—Hablando en serio— dijo— ¿Que es tan malo como para que prefieras subir a un auto con un chico medio ciego?
Respiré profundamente y miré por la ventana. La carretera estaba inusualmente vacía.
— ¿Puedes guardar secretos? —pregunté.
—Sabes que puedes confiar en mí.
—Eso no es lo que pregunté— dije y fruncí el ceño.
—Sí, Hanna, si puedo guardar secretos— respondió.
— ¿Por muy extraños o locos que sean?
—Me pones nervioso.
—Estaciona el auto— pedí.
Dominik frunció el ceño y miró al frente. Parecía confundido, sin embargo hizo lo que le pedí. Miré por la ventana y respiré profundo.
No podía hablarle de los guardianes porque no era mi secreto, era el de Gabriel.
No podía hablar de las estaciones porque mis hermanas estaban involucradas.
Y claro que no le hablaría del padre tiempo porque Ralph me mataría.
Respiré profundo de nuevo.
—Ya estacioné el auto— murmuró Dominik.
No me había dado cuenta. ¿Cuánto tiempo me fui? Parpadeé rápidamente para centrarme.
— ¿Crees en los fantasmas? —pregunté. No se me ocurrió ninguna otra comparación para las sombras.
Podía hablarle de eso, así no me sentiría tan mal por ocultarle cosas, tampoco me sentiría sola y asustada con respecto al tema. Hablar con él de esto, incluso podría ayudarme.
—No— respondió simplemente. Sin una broma ni nada.
Me agradó el hecho de que se lo tomara en serio.
—Te voy a decir un secreto, pero debes saber que habrá cosas que no entenderás por el momento... tal vez después puedas... por ahora no.
—De acuerdo.
— ¿Así sin más? —dudé.
—Me lo contarás cuando estés lista...Creo.
Medio sonreí.
—Existe algo. No puedo decir lo que es, ni de donde proviene, pero quiere hacernos daño a mis hermanas y a mí. Fue lo que se encargó de acabar con la vida de mamá y ahora quiere hacernos lo mismo a nosotras por una razón que no te puedo explicar ahora— elevé la mirada y me encontré con los ojos de Dominik.
Se quitó los lentes y talló sus ojos.
— ¿Y esta cosa...? —Negó con la cabeza, como si no encontrara las palabras—.Esto... ¿Realmente puede hacerles daño? ¿No hay nada para protegerlas?
Parecía preocupado.
—Hay algo... solo que...
—Ya— interrumpió—. No lo puedo saber.
—No. No es mi secreto.
El chico bufó.
—Comprendo— dijo y trató de sonreír— ¿Y por lo menos tienen un nombre?
Me encogí de hombros.
—Las llamamos sombras. Y a mis hermanas les gusta negar su existencia.
Dominik resopló una carcajada.
— ¿Qué te parece tan gracioso? —inquirí.
—Perdona. Es que primero me cuentas cosas aterradoras y dices que no puedes decirme más, luego dices eso de que a tus hermanas les gusta negarlo... no sé, eso te hizo sonar algo esquizofrénica. Loca.
Reí sin poder evitarlo. Él tenía razón.
—Esto me asusta, no por el hecho de que puedan lastimarme... si no por que puedan hacerle algo a mi familia.
—Te entiendo. Pero creo que ya has sido fuerte por ellas demasiado tiempo— recargó la cabeza en el asiento—. Y no te has dado cuenta de que cada una ya es fuerte e independiente a su manera. Aunque con Violeta tengo mis dudas.
—También yo— concordé—. No quiero que enfrenten todo esto solas.
—Tú lo haces— replicó.
—Yo puedo cuidarme.
— ¿Por qué hablas como si fueras a irte? —preguntó con voz dolida.
Lo miré a los ojos pidiendo disculpas.
—No me lo puedes decir— concluyó.
—Lo siento— me mordí el labio.
—No importa. Yo te prometí que aceptaría todo esto, aun con la falta de información.
Resoplé.
—Eres demasiado bueno.
Él sonrió.
—Gracias— murmuró.
—No era un cumplido.
—Lo sé— dijo y arrancó el auto.
Anduvimos en silencio el resto del viaje hasta llegar a casa.
Me detuve cuando bajé y lo miré fijamente. Dominik no se bajó del auto y solo miraba al frente con ademan pensativo.
— ¿Me crees? —me atreví a preguntar.
Asintió lentamente.
—Si— me miró y trató de sonreír—. Es solo que me gustaría poder hacer algo para cuidar de ti y de tus hermanas.
Algo saltó en mi pecho. Algo que me hizo sentir feliz y cálida.
Yo pensé que Dominik no me creía y que tal vez, pensaba que me estaba burlando de él y por eso no me había hablado en todo el camino. Cuando en realidad su mente estaba divagando sobre la idea de cuidar de mi familia. Él podría ser un excelente guardián.
Le sonreí sinceramente.
—Cuidas de mí de formas en las que no te das cuenta. También lo haces con mis hermanas... Nos mantienes cuerdas y nos regalas un poco de normalidad, es lo que más nos hace falta. Así que, gracias— dije exactamente lo que pensaba.
No pareció dar crédito a mis palabras, pero las aceptó.
—No, gracias a ti.
Cerré la puerta y me despedí de él agitando la mano. Miré como se alejaba el Jetta de la casa y entré.

Corazón de hieloOnde histórias criam vida. Descubra agora