CAPITULO 27.- HANNA:

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Mis pies descalzos contra el hielo. El aliento formando nubes blancas fuera de mis labios y mis sentidos alerta.
—Es un sueño— me obligué a decir.
Una montaña de hielo. Una gran montaña llena de nieve, todo el lugar era de color blanco, incluso el cielo tenía ese color gris tranquilo que antecede a una tormenta de nieve.
No tenía frio, aunque tampoco calor. Solo estaba ahí, parada sobre un rio congelado. A los lados de este había arboles sin hojas, con candelillas colgando de sus ramas.
La visión era hermosa, pero yo tenía una sensación de miedo, abandono y soledad que no se iba.
Caminé unos cuantos pasos y fue cuando la vi.
Una mujer. Se veía joven, pero sus ojos grises reflejaban años de sabiduría. Su cabello blanco platinado y muy largo. Un largo abrigo café la protegía del frío.
Ella me sonrió.
Sin necesidad de preguntar, supe que se trataba del invierno anterior.
Quise preguntarle su nombre, pero las palabras no salían de mi boca. No podía pronunciar nada.
Eso me asustaba. Me aterraba la idea de no poder hablar con nadie más, me daba pánico pensar que el invierno siempre debía estar solo.
La mujer negó con la cabeza, como si leyera mis pensamientos. Levantó la mano y señaló un punto lejano, justo debajo de la montaña.
Y fue cuando la vi: Amber.
Ella se veía tan perdida como yo. Sus ojos reflejaban miedo.
Corrí hasta donde estaba, cayéndome en repetidas ocasiones contra la fría nieve.
Amber miraba hacia la punta de la montaña y fue cuando me di cuenta de que una avalancha realmente gigante se dirigía hacia ella.
¡Corre! Quería gritar. ¡Maldita sea! ¡Corre!  Pero las palabras no salían.
Llegué a tan solo unos pasos de ella y extendí mi mano para que la tomara, mi hermana extendió la suya para atrapar la mía y la avalancha pasó por encima de ella.
La nieve, el invierno se la había llevado.
— ¡No! —pude gritar al fin.
Me incliné y comencé a escarbar en la nieve para sacar a mi hermana de ese sitio oscuro y frío.
Alguien me detuvo y me obligó a ponerme de pie.
La mujer de antes me tenía sujeta por los hombros, en sus ojos había tristeza y dolor.
—Despierta— susurró.

Abrí los ojos y me senté en la cama.
Solo fue un sueño. Me susurró mi subconsciente.
Me llevé las manos al cabello y lo aparté de mi cara. Mi cuerpo estaba empapado en sudor frío.
Solo había sido un sueño, una horrible pesadilla.
Gabriel tenía de plazo hasta el final de la primavera para reunir las pruebas necesarias para convencer a Ralph y su padre de que las sombras habían vuelto y así poder proteger a mis hermanas de todo.
El chico se estaba quedando sin tiempo y al finalizar estas dos semanas iría a buscarlo hasta el mismo Hades para sacarle la información por el medio que fuera, la seguridad de mi familia estaba en juego.
Un horrible grito lleno de miedo me sacó de mis pensamientos.
Me levanté de la cama de golpe, lanzando las mantas a un lado.
Corrí hasta la habitación de las chicas, encontrándome con Summer en el pasillo, abrí la puerta de golpe.
Amber estaba sentada sobre su cama, su piel realmente pálida y bañada en sudor frío. Sus ojos desorbitados por el miedo. Estaba mordiendo su labio tan fuerte que lo hizo sangrar.
Melinda la veía con sorpresa y miedo, como si la asustara hacer cualquier movimiento para ayudar a mi hermana.
—Sal de aquí— le gruñí a la niña.
Ella asintió y salió de la habitación, donde se encontró con Violeta.
— ¿Amby? —pregunté acercándome a Amber.
Ella abrió sus labios y gritó de nuevo con aquel horrible ruido que me había hecho despertar.
— ¡A un lado! —ordenó Ralph.
Me aparté de la cama y él se acercó a mi hermana. Amber no gritó, si no que levantó sus ojos y miró a nuestro mentor.
— ¡Ralph! —sollozó.
—Tranquila, estoy aquí— susurró él.
—Ha sido horrible— lloriqueó ella y se lanzó a los brazos de Ralph.
Amber lloró contra el pecho de nuestro padre y Summer y yo abandonamos la habitación.
Dos semanas. Gabriel tenía dos semanas para ayudarme, de lo contrario, lo sacaría de todos mis planes. Podía hacerlo yo sola.
Me senté sobre los escalones y pasé las manos por mi cabello.
— ¿Crees que tenga algo que ver con las sombras? —susurró Summer.
La miré sin dar crédito a sus palabras. Ella suspiró profundo y me miró.
—He estado soñando con el verano. Creo que trata de hacerme una advertencia, de decirme algo, ella luce triste… solo que no sé qué es lo que quiere.
—Soñé con el invierno— respondí en susurros para que ni Melinda ni Violeta nos escucharan—. También trataba de decirme algo. Y sí, creo que tiene que ver con las sombras.
—Tengo miedo— murmuró Summer.
Pasé mi brazo sobre sus hombros y le di un apretón.
—Estaremos bien— dije—. Te lo prometo.
Asintió lentamente y se recargó en mi hombro.

Había pasado como media hora cuando Ralph salió de la habitación. Alcancé a ver a Amber dormida antes de que cerrara la puerta.
—Ella estará bien. Solo ha sido una pesadilla—anunció—. Melinda ¿Crees que puedas dormir con Summer de ahora en adelante? Amber quiere estar con Hanna.
— ¿Conmigo? —pregunté.
Antes no me habría sorprendido, pero últimamente había estado enfadada con ella.
Ralph asintió y con un ademan de la mano me indicó que entrara a la habitación.
Melinda y Summer se fueron al cuarto de mi hermana y Violeta entró conmigo.
Me recosté al lado de Amber y la sostuve contra mi pecho con ademan protector.
—Vamos a estar bien— susurré contra su cabello, más para mí que para ella.

Corazón de hieloWhere stories live. Discover now