Capítulo 11🌷

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—¿Familiares de Massiel Ibarra?

Al escuchar la voz del doctor, todos nos acercamos de inmediato hacia él. Esperábamos recibir buenas noticias. El hombre retiró su cubre bocas y luego sus guantes, buscando con la mirada a la posible cabeza de la familia.

—Soy su padre—Eliam se aproximó al médico—. ¿Cómo está mi hija?

—La chica no sufrió graves consecuencias, solo tiene algunos golpes que deben sanar poco a poco. Afortunadamente el accidente no le provocó nada grave.

Todos soltamos un suspiro de alegría.

—¿Podemos entrar a verla?

—Solo permitiré que entren dos personas—dejó en claro—. Es la única manera de no sofocarla.

Eliam asintió con la cabeza y el medico decidió retirarse de la sala de espera, mientras que todos nosotros volvíamos a nuestros respectivos puestos. Me encontraba demasiado alegre al saber que la chica estaba bien, porque si le hubiese pasado algo ese hecho se hubiese convertido en una desgracia para todos nosotros.

—Samara—escuché la voz tierna de la niña y bajé la mirada hacia ella—. Dios escuchó mi oración.

Sonreí por tanta ternura.

—¿Quiénes van a entrar?—preguntó Eiden mirando a Alisa.

La pelinegra se encogió de hombros y dirigió su mirada hacia Eliam, quien se encontraba sentado muy concentrado en sus pensamientos. Su cuerpo estaba un poco inclinado hacia adelante y su mirada se encontraba fija en el suelo.

—Eliam—lo llamó su hermana y él pestañeó volteando a mirarla—. ¿Entraremos juntos o entrarás con Samara?

—No lo sé.

—Si quieres que ella vaya contigo, por mí no hay ningún problema.

Fruncí el ceño al escucharla

¿Qué había sido eso?

Eliam no le respondió, era algo normal en él. Se levantó de su asiento y me miró haciendo que desviara mi vista hacia otra dirección. No quería que se diera cuenta que no dejaba de mirarlo, era vergonzoso. Caminó en mi dirección y comencé a sentir un cosquilleo en todo mi organismo.

—¿Podría usted acompañarme?—hizo la pregunta en voz baja, para que solo yo pudiera escucharlo.

—¿Quiere usted que lo acompañe?

—Sí—volvió a susurrar.

Me quedé en silencio, sin saber que más decir. Creí que sería su hermana quien lo acompañaría, pero me equivoqué. Por esa razón caminaba a su lado, con una bata de enfermera, guantes y un cubre bocas para evitar que alguna infección entrara en contacto con la paciente a la cual veríamos. Habían sido indicaciones estrictas por parte de una de las enfermeras que se encargaba de las visitas a los pacientes.

—Gracias por no dejarme solo—expresó Eliam sonriendo un poco.

—No tiene por qué agradecer, es mi deber.

Él volvió a sonreír, extendió su mano y abrió la puerta que nos había indicado la enfermera. Observamos a Massiel recostada en la camilla, con su cabeza apoyada en una almohada y varios cables conectados a su cuerpo. Al darse cuenta de nuestra presencia, su rostro se entristeció y sus ojos comenzaron a cristalizarse en el momento que miró a su padre.

—¿Cómo te sientes mi vida?—le preguntó Eliam acercándose a ella.

—Me duele todo el cuerpo y también la cabeza.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now