Capítulo 18🌷

21.7K 2.7K 265
                                    

El timbre de la entrada de la casa llamó mi atención, por esa razón me dirigí hacia la puerta y la abrí encontrándome con un sonriente chico de ojos verdes y cabello rubio. Estaba vestido con un suéter azul que tenía un pequeño logo que no pude diferenciar y en sus manos llevaba una caja blanca de cartón.

—Buenos días, Señorita.

—Buenos días—le devolví la sonrisa.

—Esta es su entrega—expresó mientras me entregaba la caja—. Felicitaciones, el matrimonio es muy hermoso.

Fruncí el ceño confundida.

—No, yo...

—No se preocupe, yo la entiendo—me interrumpió—. Por favor ¿Podría firmar aquí?

Me extendió una carpeta y un bolígrafo para que firmara. Lo hice con el nombre de Samara Piragibe, no iba a arriesgarme mucho y además, tampoco sabía para quien en realidad era ese paquete.

—¿Qué hay en esta caja?

—Las invitaciones de su boda—dijo sonriendo—. Todos en la ciudad están hablando sobre la boda de Eliam Ibarra.

—Gracias.

El chico solo sonrió, le entregué la carpeta y él me dio la espalda, comenzando a irse. Relamí mis labios y respiré profundo, dirigiéndome hacia la oficina de mi jefe. Toqué la puerta y después que me indicara que podía pasar, me adentré al lugar encontrándolo a él sentado frente a su escritorio, sellando algunos documentos.

—Señor Eliam, han llegado las invitaciones de su boda.

Eliam levantó su mirada y la fijó en la caja que tenía en mis manos. Ni siquiera se molestó en mirarme a la cara.

—Gracias Samara.

Dejé el paquete encima de su escritorio y de inmediato me dirigí hacia la salida. Cuando llegué a la sala, cerré los ojos intentando controlarme, hasta que escuché unas voces que provenían desde la parte de afuera de la casa. Caminé hacia ese lugar bajando los escalones y al llegar al último de ellos, me di cuenta de que se trataba de Esteban y Alisa.

Agradecí que ninguno de los hombres que trabajaban para Eliam se encontraban custodiando la casa, solo así pude escabullirme entre los arbustos. Era la única opción que tenía para saber de qué hablaban.

—Te lo he dicho muchas veces, Esteban. Estoy cansada de repetirlo—le dijo Alisa—. No puedo y aunque pudiera, no quiero tener nada contigo.

—¿Y me lo dices ahora? ¿Después de tanto tiempo?

—Fue el tiempo que necesité para darme cuenta que no podía seguir contigo, porque no te amo. No siento nada por ti.

Alcé las cejas un poco sorprendida.

—¿Por qué me lo dices ahora?—demandó el chico mirándola a los ojos, mientras ella esquivaba su mirada—. Por poco convertimos tu propia habitación en un motel, eras tú la que me buscaba cada vez que querías acostarte conmigo, no logro entender porque me usaste sabiendo que no sentías nada por mí. Yo sí me enamoré.

—No puedo obligar a mi corazón a que sienta algo por ti—soltó ella con seriedad—. Eras una compañía demasiado agradable para mí, pero lo único que puedo ofrecerte, es mi amistad.

Esteban soltó una risa llena de amargura.

—¿De verdad crees que puedo conformarme con tener solo tu amistad?

—Es lo único que puedo ofrecerte—repitió Alisa—. Y si no lo deseas, entonces déjame en paz. Ya no quiero hablar sobre lo mismo.

Soltó esas palabras llenas de frialdad y se alejó del lugar, dejando a Esteban con ganas de seguir hablando. Traté de esconderme entre los arbustos, agachándome para que la mujer no me descubriera espiándola, solté un suspiro de alivio cuando escuché la puerta de la entrada cerrarse.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now