Capítulo 36🌷

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No podía contener la felicidad que me había producido volver a verlo, después de algunos meses. Y por supuesto que en él no faltó esa sonrisa tan contagiosa que siempre tenía en su rostro. No sabía si todos los zulianos eran así, pero ese en especial emanaba alegría por doquier.

—¡Buenas, buenas!—expresó sin dejar de sonreír—. ¡Ya llegó por quien lloraban!

—No quiero que me vea llorando—susurró Massiel en voz baja, para que solo yo pudiera escucharla.

La chica intentó de manera disimulada limpiarse las lágrimas, Eiden acomodó la maleta cerca de la puerta y al ver que estaba intentando acercarse a nosotras, me adelanté; me levanté del mueble y caminé hacia él para abrazarlo con fuerza.

—¿No deberías estar en tus partidos?

—¿No deberías vos dejar de preguntar tanto y solo abrazarme?—dijo Eiden mientras me apretaba contra su cuerpo—. ¿O es que acaso yo no puedo visitar a la familia?

Sonreí. Su delicioso perfume se coló por mis fosas nasales y agradecí internamente que él estuviese tan limpio y perfumado. La verdad era que el sudor me producía asco.

—Todos te hemos extrañado y lo sabes.

—Lo sé bonita, yo soy irresistible.

Solté una risita y me separé de su cuerpo. Eiden miró a Massiel sentada en el mueble de la sala, se acercó a ella y tomó asiento a su lado. Sus ojos grises se conectaron a los de la chica pero ella evadió su mirada con cierta vergüenza.

—¿Y vos no pensáis saludarme?

—Lo siento tío—lo abrazó con rapidez—. Bendición.

—Dios te bendiga, niña linda—plantó un beso en su mejilla—. Te extrañé como no tienes idea.

—Yo también.

Se separó de los brazos de Eiden y le dedicó una sonrisa intentando disimular muy bien todo lo que estaba sintiendo. Solo que a Massiel se le olvidó algo muy importante.

Eiden también era observador.

—¿Estabas llorando?

La chica tragó grueso ante aquella pregunta y no pudo ser capaz de pronunciar ninguna palabra. Lo único que hizo fue bajar la cabeza, concentrando su mirada en el suelo. No era fácil tener el corazón roto, y menos que las personas a tu alrededor se dieran cuenta de tu propio sufrimiento.

—Son problemas del corazón—intervine para que no siguiera incomodando a su sobrina—. No le hagas preguntas.

—¿Qué no le haga qué?

—Preguntas—susurré apretando los dientes.

—¿Fue ese maldito?—volteó a mirar a la chica—. ¿Fue ese chico del que nos hablaste aquella vez?

Rodé los ojos al escucharlo ¿Qué parte de no le hagas preguntas no había entendido?

—Eiden—llamé su atención—. La niña está muy mal, ya hablé con ella. No tienes porqué alterarte tanto.

—¿Qué no me altere?—repitió mirándome a los ojos como si fuese estúpida—. Bonita, a mí me han roto el corazón un millón de veces, sé lo arrecho que se siente. Y lo que menos quiero es que mis sobrinas pasen por algo así. Ellas merecen el mundo entero y si puedo romperle la cara al idiota que las trata mal, lo haré sin pensarlo.

Preferí quedarme en silencio, en especial porque escuchar que le habían roto el corazón, me había afectado un poco por el hecho de que una de esas personas había sido yo. Y era incomodo recordar algo que estabas intentando olvidar.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now