Capítulo 31🌷

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Abrí mis ojos y lo primero que observé, fueron los cuadros blancos de un techo. Por un pequeño instante me sentí demasiado extraña, percibiendo como mi cuerpo dolía, sin ni siquiera haberme movido. Giré mi cabeza hacia la derecha y uní mis cejas extrañada, notando que cerca de mí se encontraban varios aparatos. No conocía con exactitud todas esas máquinas, pero por lo que pude observar había un monitor de signos vitales. Intenté seguir mirando, pero una fuerte punzada en la cabeza, me hizo cerrar los ojos.

¿Dónde estaba?

Lo único que recordaba era que había salido corriendo detrás de Eliam y después de escuchar su grito, todo se había vuelto oscuro a mí alrededor. Volví a abrir mis ojos, dándome cuenta que me encontraba en una clínica ¿Qué me había pasado? No entendía absolutamente nada. Quise inclinarme un poco hacia adelante, pero no me percaté de que tenía un collarín que me obligó a permanecer acostada en la camilla. La puerta de la habitación se abrió dejándome ver a un doctor que parecía tener al menos cincuenta años o más. En sus manos llevaba una carpeta y alrededor de su cuello, colgaba un estetoscopio de color gris.

—Señorita Medina, me alegra mucho que haya despertado—expresó él al verme, sus ojos reflejaban cierta alegría—. Por favor, necesito que permanezca en ese mismo lugar. No es bueno que intente levantarse, pasó tres días en coma y su cuerpo necesita procesar por completo, que acaba de despertar.

¿Qué? ¿Cómo que había pasado tres días en coma?

Mi cabeza estaba a punto de explotar, tanto de dolor, como de preguntas. Lo único que necesitaba era una explicación.

—¿Qué sucedió?

El hombre revisó sus papeles y luego volvió a mirarme.

—Usted tuvo un accidente automovilístico, el impacto del auto contra su cuerpo, fue fuerte—me explicó—. Debido a eso, lleva tres días en coma. Creímos que no despertaría.

—¿Quiere decir que me atropellaron?

—Sí—afirmó el médico.

Solté un suspiro, tratando de comprender todo lo que había pasado. Esa información era demasiada para que las dos neuronas que bailaban reguetón dentro de mi cabeza, las procesaran.

El medico sacó del bolsillo de su bata, una jeringa y un pequeño frasquito, insertó la aguja en el y después de tener la cantidad necesaria, la inyectó en una de mis venas.

—Esto hará que el dolor de cabeza que está sintiendo, comience a desaparecer—me dejó en claro—. Ahora si me disculpa, es mi deber ir a informarle a su familia, que usted ha despertado.

Escuchar la palabra "Familia" me causó cierta nostalgia. Mi única familia siempre había sido mi hermana y mi pequeño sobrino, el cual había quedado en manos de la familia Ibarra y lo único que esperaba con todas mis fuerzas, era verlos pronto.

La puerta volvió a abrirse después de varios minutos e ingresaron a la habitación las tres chicas que me acompañaban a diario en mi trabajo. La niña tenía los ojos un poco cristalizados y rojos, al verme de inmediato corrió hasta la camilla.

—Mami, te he extrañado mucho—dijo Mara con su tierna voz.

Su cabello rubio se encontraba recogido en una trenza y llevaba puesto un pantalón rojo, con una blusa blanca.

—¿Más que a una empanada de papa con queso?

Ella soltó una risita.

—Las empanadas son aparte.

Sonreí ante su respuesta, sintiendo que estaba en familia. Porque aunque ellas no llevaran mi sangre, se habían vuelto mi pequeña familia y las amaba a cada una, como si fuesen una parte importante de mí.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now