Capítulo 3🌷

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Respiré profundo cuando llegué frente a la oficina. Con cuidado intenté organizarme la camisa y el cabello lo mejor que pude. Siempre pensé que la presencia de una persona era importante y decía mucho de sí misma. Nadie jamás tomaría en cuenta a una persona desarreglada, mucho menos alguien tan exigente como Eliam.

Miré mi camisa blanca repleta de botones e hice una mueca, nunca me habían gustado los colores simples. Eran elegantes, pero carecían de alegría. Y lo peor era que por el resto de días que estuviera trabajando en esa casa me tocaría acostumbrarme a usar ese uniforme: Una camisa blanca, un pantalón negro de tela suave y unos tacones negros un poco altos.

Tomé la manilla de la puerta y empujé con fuerza.

—Buenos días—saludé seria.

—Buenas días—respondió una voz femenina.

—Disculpe, no sabía que usted se encontraba aquí.

Esa persona no era Eliam.

Tampoco Alisa.

Era una mujer alta de cabello oscuro, el cual le llegaba a la altura de su mandíbula. Sus ojos eran negros y penetrantes, como los de un león a punto de devorar a su presa. Jamás la había visto en mi vida, pero tampoco me habían informado sobre ella. La única información con la cual contaba era que la familia estaba conformada por Eliam, sus hijas y Alisa. Los padres de ambos residían en Estados Unidos y las demás personas que frecuentaban la casa, eran empleados.

—No sabía que Eliam había conseguido novia.

—¡No!—me apresuré a decirle—. No soy su novia.

Ella arqueó sus cejas.

—¿Y entonces quién eres?—me miró de manera despectiva—. Porque jamás te había visto por aquí.

—Soy la nueva niñera.

—¡Gracias a Dios!—exclamó moviendo su cabello hacía los lados—. Ya decía yo, que Eliam no podía tener tan malos gustos.

Abrí la boca sorprendida. No podía creer como alguien que a simple vista se veía educada y elegante, fuese todo lo contrario.

Yo no me consideraba una mujer perfecta, pero me amaba por completo y sabía que era una chica linda. Mi cabello era de un color castaño claro, tenía los ojos marrones y en mis labios contaba con un pequeño piercing en la parte derecha.

—Siendo así, que el señor Eliam no tenga malos gustos—comencé a hablar—. Me hace suponer que usted no podría tener una relación con él.

—¿Qué has dicho?

—Nada—me encogí de hombros sonriéndole con diversión—. Al buen entendedor, pocas palabras.

—Eres una...

Sus palabras fueron interrumpidas por Alisa, quien abrió la puerta de la oficina dejando ver su cabello negro recogido en una coleta alta, sus lentes negros encima de su cabeza y esa vez llevaba una diminuta falda que dejaba al descubierto sus delgadas piernas.

Alisa Ibarra era la perfección en esa familia.

Después de mi pequeña Mara, por supuesto.

—Buenos días—saludó la pelinegra con amabilidad.

—¿Cuántas malditas niñeras hay en esta casa?—soltó con fastidio, la mujer frente a nosotras.

Alisa me miró y esbozó una sonrisa de satisfacción.

—En primer lugar, querida—comenzó a hablar ella—. Baja el tono de voz. En segundo lugar, me apena muchísimo desilusionarte pero es importante que sepas que no soy ninguna niñera. Aunque deberías saberlo, porque si estás detrás de los pantalones de mi hermano, supongo que tendrías que saber que él tiene familia.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now