Capítulo 2🌷

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Cerré la puerta con fuerza. Me encontraba demasiado enojada por la actitud que ese hombre había tenido conmigo, no podía entender como alguien podía soportar estar cinco minutos a su lado. Era verdaderamente insoportable. Era lo peor que había conocido en mi vida. Y eso, que solo habíamos pasado juntos menos de media hora.

Respiré profundo y me encontré con Alisa sentada en uno de los muebles de la sala. Sus largas piernas estaban cruzadas, una encima de la otra y deslizaba sus dedos por la pantalla de su móvil. La mujer al darse cuenta de mi presencia, giró su cabeza y me dedicó una sonrisa llena de alegría.

Era tan distinta a su insufrible hermano.

—¿Cómo te fue?

—Supongo que bien—intenté sonreír, aunque en el fondo quería decirle que todo había sido un desastre. Que ese hombre era un desastre—. Tengo el trabajo, que es lo importante.

—¡Que felicidad!—su sonrisa se amplió, se levantó del asiento quedando a mi altura—. ¿Qué te dijo Eliam?

—Que usted me daría algunas indicaciones.

—Claro, se podría decir que aquí soy su secretaria.

—Es interesante.

Relamí mis labios, sin dejar de pensar en lo que había sucedido dentro de aquella oficina. No podía creer como unas simples palabras podrían llegar a afectarme tanto.

—¿Almorzaste Samara?

—Sí—mentí.

—Pensé en invitarte a comer.

Lo único que hice fue sonreír una vez más, sin muchas ganas de hacerlo. La verdad era que no había comido algo más después del desayuno, pero con lo que había sucedido dentro de la oficina y con la impotencia que sentí, el hambre se me quitó por completo.

—¿Puedo hacerle una pregunta?—cuestioné, con duda.

—Claro, las que quieras—aceptó ella, guardando su teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón.

—¿Considera usted que mi forma de vestir es infantil?—bajé un poco la cabeza, apenada. No quería mirarla a los ojos—. Lo pregunto por mi blusa de fresitas.

Ella soltó una risita.

—¿Quieres que te diga la verdad?—preguntó mientras comenzaba a caminar hacia las escaleras. Asentí con la cabeza y la seguí—. La primera vez que te vi en la agencia de trabajos, me pareciste una chica demasiado linda y al notar tu manera tan colorida de vestir, me agradaste sin siquiera conocerte. Tus gustos transmiten una vibra de felicidad y quien no sepa admirarlos es tremendo imbécil.

Alisa sonrió e hice lo mismo. Sus palabras lograron calmar esa ansiedad que se había producido en mí. Fueron como una cura para mi corazón agobiado por las palabras de un idiota.

Cuando llegamos al segundo piso de la casa, entramos por un pequeño pasillo en el cual se encontraban varias habitaciones, las cuales supuse que pertenecerían a cada uno de los integrantes de la familia. Jamás en mi  vida había estado en una casa como esa, siempre tuve que conformarme con verlas solo en las fotografías de internet.

—Esta será tu habitación—me indicó Alisa.

Observé maravillada aquel lugar. La habitación era un poco grande, las paredes estaban pintadas de un blanco marfil. Había una enorme cama en medio, una mesita de noche con una lámpara celeste, un extenso closet y un baño dentro de la misma.

—¿Dormiré aquí?

—Sí—afirmó ella—. Pensé que mi hermano te lo había informado.

—No lo hizo.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now