Capítulo 37🌷

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Tenía el cuaderno de Mara encima de mis piernas, estaba leyendo cada una de las preguntas que debía responder por motivo del proyecto que se estaba llevando a cabo en su colegio. Aunque Eliam le había informado a la niña que no asistiría a clases por un tiempo indefinido, ella quería terminar con todas las asignaciones que su maestra le había dejado.

Alcé la vista hacia la puerta y noté que Alisa ingresó a la habitación relamiéndose los labios y observándome de una forma que en el momento no logré descifrar.

—¿A dónde vas tan guapa?—le pregunté al verla con el cabello recogido en una trenza, tenía un poco de maquillaje y una ropa pegada a su cuerpo.

—Será, tan preocupada.

—Más preocupada estoy yo, pensando que haré cuando a Mara le coloquen a resolver divisiones de dos cifras. Y aunque suene cruel, he pensado que la dejaré sola en ese problema. Las divisiones de dos cifras y yo, nunca nos hemos entendido.

Ella esbozó una sonrisita sin ánimos.

—Eres tan graciosa.

—De verdad estás preocupada—murmuré dándome cuenta de su ánimo—. ¿Qué mosca te picó?

—Estoy embarazada—soltó de golpe.

—Una mosca grande por lo que veo—dije sin poder contenerme.

—¡Jade!—exclamó mirándome a los ojos, con un poco de agonía en su mirada.

Mi boca había tenido vida propia, lo reconocía, pero aun así pensé que ella iba a reírse de lo que había dicho; sin embargo, no fue así. Soltó un suspiro pesado y tomó asiento a mi lado en la orilla de la cama.

—Es una broma ¿Verdad?

—No es ninguna broma. Estoy embarazada.

—¿Estás segura?—la miré fijamente.

¿Cómo ella podía estar embarazada?

La única mujer en toda la historia de la humanidad que había quedado embarazada por obra y gracia del espíritu santo, había sido María la madre de Jesús. Y estaba consciente de que Alisa no era muy santa, para haber sido escogida.

—Me hice tres pruebas, todas salieron positivas.

—Bueno...—comencé a hablar casi tartamudeando, sin saber muy bien que decirle en realidad—. Tener un hijo es una bendición, aunque... sin la figura paterna, eso a veces se convierte en un caos. O sea, una mujer puede fácilmente criar un bebé ella sola, pero...

Alisa me golpeó con fuerza el hombro.

—Te estoy hablando de un tema importante, estoy preocupada—se pasó las manos por la cara con frustración—. ¿Cómo pude haber quedado embarazada?

—Eso sucede cuando abres las piernas y...

—No me estás ayudando en nada—dijo ella interrumpiéndome.

La miré incrédula. Ella podía estar preocupada e incluso molesta por las consecuencias que le habían traído sus propias decisiones, pero jamás, bajo ninguna circunstancia debía tratar mal a quien estaba intentando ayudarla.

—No puedo ayudarte en nada. No tengo dinero y tampoco soy un hombre, aunque si lo fuese, me haría cargo de ese niño, así no fuese mío.

—¿Es enserio?—me miró conteniendo una sonrisa—. Dices cosas estúpidas, pero tiernas a la vez.

Sí, yo estaba consciente de eso, en especial por el hecho de que sabía a la perfección que muchas veces en los momentos que más nerviosa me sentía, mis neuronas se me enredaban y todo lo que salía por mi boca era una estupidez. La primera vez que me emborraché vomité encima de mis amigos y terminé bailando frente a mi jefe, la canción de Dame tu cosita.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now