IX. La Corta y Complicada Vida Del Primer Aidan Faraday

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IX.

La Corta y Complicada Vida del Primer Aidan Faraday

Killian regresó entrada la noche. En algún momento durante la tarde habíase asegurado de llamar a Quinn para saber sobre Candy. El muchacho le contestó con la más serena de la voces que la administradora de Dermot's rechazó la idea de ir a un médico y que, tal y como el príncipe había predicho, pareció recuperarse en cuestión de horas. Justo cuando Quinn se sintió en la confianza como para hacer preguntas, un rápido colgar del teléfono móvil, le hizo recordar que Aidan Faraday era un tipo extraño al cual todavía no lograba figurar. El jovencito no insistió en saber. El tiempo que pasaba con Candy, su única representación de familia, le enseñó a no preguntar.

En silencio asintió a lo que le pidió la dueña del hostal: Colocó el aviso en neón que indicaba ausencia de vacancia, a pesar de que apenas si quedaban tres personas en un lugar que fácilmente albergaba unos veinte. Al final de la semana todos se habrían ido y el joven cerraría las puertas, justo en pleno verano. Pero, a poco le convenía contradecir.

Sobre su cabeza, encerrados en los cuartos principales de la casona, Aidan Faraday y Candy parecían estar sosteniendo maratónicas conversaciones. Quinn se permitía ser perceptivo hasta donde su buen juicio lo dejaba llegar. Si un secreto se traían esos dos, no envolvía asuntos de cama... No que le importara demasiado, era solo que la curiosidad se apoderaba de él de vez en cuando, sobre todo a la hora de los regalos.

Desde el día que Candy pareció perder la razón y se optó por no llamar al médico, Aidan Faraday apareció de vuelta a la casa con varias alhajas. Candy nunca fue de exhibir joyas. Si acaso un aro sencillo y pendientes pegados a la oreja. Pero estas piezas, a pesar de extravagantes, parecían despertarla del marasmo y centrarla. Tales cosas resultaban una locura para Quinn, quien podían jurar que en algún momento observó la serena piedra en el dije de cadena cambiar su color y apariencia y vibrar, hasta emitir dulces notas. Por supuesto, estas cosas, las que parecía percibir de vez en cuando, estaban relegadas a sus cavilaciones de fin de día... nunca estaba seguro de lo que veía o escuchaba, de un tiempo a esta parte.

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-¿Te sientes mejor? - inquirió el príncipe de la bruja, mientras se encontraban en la habitación a solas. Candy se vio forzada a asentir con la cabeza, mientras sus labios dibujaban una sonrisa en la cual no estaba del todo empeñado su corazón. Había pasado demasiado tiempo como para seguir simulando que su encuentro con Auberon -y aquellos detalles que trajo consigo a este plano como consecuencia- le estaban afectando.

Killian en toda honestidad se preocupaba por ella. Pero al mismo tiempo, su deseo por alcanzar una solución práctica a sus predicamentos y resolver el asunto de Zaira, le llevaría a abandonarla y buscar otras alternativas de no empezar a ver resultados.

-¿Dónde diste con esto en este plano? - Candy trataba de aplazar de alguna manera lo que sería una conversación definitiva. Sus dedos jugaban con el dije montado en oro blanco que exhibía una piedra rojiza y brillante formada en patrones concéntricos. Rodeando en suave centro de la piedra, y siguiendo en líneas horizontales, marcas irregulares que a los ojos de otras personas pasaban como depósitos fósiles, se revelaban a los ojos de la druida como letras de escritura delicada; runas olvidadas con el pasar de las eras.

-No es mi primera estadía en Dublin- le recordó Killian-.Mantengo en esta ciudad una que otra cosa que en Aval no tiene mucho significado, pero en esta esfera guarda inmenso poder. Esto por ejemplo, es una protección de manos de Vinca. En Aval puede que la pixie sea una criaturita insignificante, pero aquí, por virtud de su edad solamente...

-Tiene una autoridad que puede llegar a ser temible.- Candanee no le permitió terminar de hablar. Sus ojos se concentraban en la inscripción de la piedra. En su cabeza retumbaban las palabras que recién había leído, palabras grabadas por Vinca hace cientos de años: "Encuentra el rumbo a casa."

Círculo de las Hadas: Tierras de Aval Where stories live. Discover now