VII. Ven Conmigo Criatura Humana (pt2)

539 81 61
                                    

VII.

Ven Conmigo Criatura Humana (parte 2)

Candy despertó de manera parcial, confundida con la visión. Desconocía si se trataba de un recuerdo inyectado en su memoria para facilitar el entendimiento o si en realidad tales cosas habían sucedido.

A penas si recordaba asuntos de su vida anterior a su primera visita a Aval. La noche de la desaparición de su tía era uno de los eventos más confusos en su memoria. Ionna, la hermana de su madre era la única figura femenina con la que Candanee contaba, fuera de Adyna la esposa de Dermot.

Tras de varios intentos se puso en pie. Sabía que Killian estaría de vuelta pronto exigiendo sus respuestas y ahora ella parecía tener más interrogantes que el príncipe. Por un momento de claridad, el único que tuvo antes de desfallecer, pensó en abofetear a Auberon. Era imposible por supuesto, pero la simple idea de vengarse por el regalo de las visiones le dio algo de calma, si no consuelo. Trató de llamar a Quinn. Estaba consciente de que el chico esperaba tras el mostrador de la recepción, pero su voz no encontró el camino.

Ante los ojos de Candy el pasillo se extendía interminable, las paredes de ladrillo eran a su tacto ásperas, pero a su vista brillaban con la iridiscencia del ópalo. La visión la estaba llamando de vuelta a Aval, en ese momento fuera del tiempo donde Auberon y Crisdean discutían algo importante. Una conversación ya ocurrida; actos sellados los cuales Candanee solo podía atestiguar en silencio. La bruja no quería saber, fue suficiente con conectar ciertos puntos. Enterarse del todo le obligaría a cargar con una responsabilidad que no merecía.

Llegó a la escalera que conectaba el primer y segundo piso. Alguien avisó de su presencia... ¿un hospedado en su hostelería? ¿ acaso un elfo de las casas menores? Era imposible de decir. La visión le había transformado, sus extremidades se hicieron cortas y delgadas, su piel dorada y sus ojos enormes y almendrados estaban fijos en Aval. Candy reconocía el cuerpo que la visión pretendía que habitara. Vinca, sin duda.

–¡Candy! ¡Candy!– la voz de Quinn se hacía presente al tiempo que las campanillas de la puerta anunciaban el regreso de Killian, quien también se movió de inmediato hacia ella. Fue entonces que pudo distinguir que el jovencito fue quien corrió hacia ella, evitando que callera escalera abajo. Ahora el muchacho y Killian le llevaban de vuelta a su habitación, enfrascados en una discusión a la cual faltaba poco para hacer partícipes a los huéspedes de Dermot's.

–No es necesario–, contestó Killian secamente a un hombre que se ofreció a llamar aemergencias– soy médico.

–Escucha fulano– intervino Quinn–.Tú tienes de medico lo que yo de diputado. No sé qué se traen, pero tu llegada no ha traído nada bueno a Candy.

–Eso está por verse.– Killian atrapó la cara de Candy entre sus manos, obligándola a enfocar. La druida logró encontrar un centro, ese rostro que en igual proporción podía relacionar con Aval y el mundo en el que ahora habitaba. -Escucha, Candanee. Es tu opción, renunciar a la visión ahora. Ya no estas atada a cumplir un favor. Entiendo que Auberon está haciendo esto más complicado para mí, pero no debes sufrir por ello.

Para ese entonces Candy, quien por un momento vio el mundo por los ojos de Vinca la pixie, se convenció a si misma de que debía terminar. Volvió a sumirse en un sueño profundo, mientras sus sentidos navegaban a la deriva, despidiéndose de su estado consciente, murmuró.

–Ryder. Es el nombre de Auberon cuando visita tierras humanas... un nombre sin apellido, que a nada se debe... Finnegan, Finley, Farley, Faden, Faraday... todos nombres humanos, todos antiguos; tan viejos como la tierra misma. Nombres que marcan. Nombres de humanos que algo deben a las hadas. ¿Por qué Aidan Faraday para un príncipe? Salió de tu boca ese nombre Killian, ¿o te fue asignado?

Círculo de las Hadas: Tierras de Aval Donde viven las historias. Descúbrelo ahora