Capítulo 04 | Dolorosa ausencia

154K 15.9K 2.6K
                                    

Canción: Breathe again - Katie Behzadi

-*-

CAPÍTULO CUATRO

Dolorosa ausencia.


Hice los trámites necesarios para ausentarme un tiempo, no hubo mucho problema con eso, tengo buena relación con el jefe del hospital y nunca tomo mis vacaciones correspondientes ya que siempre estoy trabajando. Cuando le dije que era por asuntos personales, no hizo más preguntas y me dio el permiso casi de inmediato. Así que pronto me dediqué a comprar el boleto de avión rumbo a Nashville.

La idea sonaba tan descabellada, volvía sin más, sin aguantar otro jodido segundo. La imaginé con un vestido blanco y un velo de novia, la imaginé entrando en una iglesia llena de flores blancas, la vi caminando por el altar con una inmensa sonrisa que me destrozó. La imaginé tomando la mano de otro y colocándose a su lado para siempre y no pude soportarlo.

Si ella se había mantenido soltera todo este tiempo, al menos podía luchar un poco. Al menos podría decirle que nunca dejé de amarla, ni siquiera cuando me marché

—¿Desea también el boleto de regreso? —pregunta la chica desde el otro lado. Lo pienso un poco apretando el puente de mi nariz, debatiéndome mentalmente—. ¿Señor?

—No —respondo tragando saliva, intentando que el nudo en mi garganta no me consuma desde adentro.

Después de colgar, hago una maleta con todo lo necesario, cargo mi computador portátil y pido un taxi.

Llegar al aeropuerto me hace recordar al día que llegué a Londres y lo devastado que me sentía. No podía dejar de sentir que me estaba equivocando, que me iba a arrepentir y así fue. Tres años después supe que no había actuado de la mejor manera, debí haberle dicho todo lo que estaba sucediendo, pero lo hecho ya estaba hecho y no podía regresar el tiempo. A partir de ahí el miedo se apoderó de mí, no me atrevía a volver o a buscarla de cualquier forma.

Cuando me fui, Dan me aseguró que un día volvería y que esperaba que no fuera demasiado tarde para enmendar el daño.

De verdad espero que, aunque no podamos estar juntos de nuevo, me perdone. Algo es mejor que nada. Yo no puedo vivir sintiendo esta presión ni levantándome cada día añorando haber despertado a su lado aquella vez. Saber cómo lucen sus ojos somnolientos después de hacerle al amor. Quizá nunca lo sepa, tal vez perdí el derecho, pero me conformo con mirarlos una vez más.

Pido mis boletos y, cuando llaman a los pasajeros, me encamino para poder subir al avión. Me coloco en mi asiento y recuesto la cabeza, soltando un suspiro profundo. Cierro los ojos y, sin darme cuenta, me quedo dormido.



Iba caminando por la biblioteca, buscando un libro sobre alguna materia del semestre. Escuché una serie de sollozos y cómo alguien acomodaba libros de forma agresiva en el pasillo contiguo. La biblioteca siempre estaba silenciosa, así que escuchar lloriqueos no era algo normal.

Con lentitud, busqué la fuente de dichos lamentos y mi corazón se apachurró cuando vi a Margaret apoyada en el librero sumergida en lágrimas. Lloraba y lloraba, no me gustaba verla de esa forma.

Sin poder evitarlo, me acerqué y la enfundé en un abrazo, pensando que aquella tristeza era producto de los problemas con sus padres o por su hermano fallecido; pero me sorprendió cuando se sacudió con violencia y se giró encolerizada.

Una cruda bofetada se estrelló en mi mejilla, tan duro que solté un gemido de dolor. Iba a hablar, pero ella se me lanzó y comenzó a golpear mi pecho, exclamando enunciados sin sentido.

Begonia © ✔️ (TG #2)Where stories live. Discover now