Capítulo 33 | Pescar disculpas

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 Canción: Swallowed in the sea 

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CAPÍTULO TREINTA Y TRES

Pescar disculpas


Miro embelesada la imagen de la ecografía a la que fui hoy en la mañana, mi semilla es tan pequeña, tan diminuta, es como un pequeño frijol. No puedo creer que algo tan pequeño me haga sentir como la mujer más grande sobre la Tierra. Es increíble que este pequeño ser renueve y refresque mi cabeza y mi vida.

Voy directo a la cocina y la pego en el refrigerador gracias a un imán. Sonriendo, contemplo a mi bebé y acaricio mi vientre.

Me sirvo un vaso de agua justo cuando escucho ruido en la habitación de mi madre, voy y me asomo para saludarla, creí que no estaba cerca. Está sentada en su cama con la vista fija en la televisión, sus ojos están muy abiertos y su rostro está pálido, como si hubiera visto un fantasma.

—¿Qué pasa? —pregunto y me aproximo, asustada por su comportamiento.

Voltea a verme con pánico y se pone de pie.

—¡Oh, por Dios, Maggie! ¡No puedes ver esto! —exclama, niega meneando la cabeza e intenta sacarme de la habitación, pero quito mi brazo de su agarre. Estoy cansada que todos piensen que voy a quebrarme por cualquier cosa, me estoy esforzando, estoy saliendo adelante, quiero que los demás lo vean también.

La aparto y me detengo frente al televisor. Todo el aire escapa de mis pulmones, el vaso se resbala de mis dedos y cae al suelo, el vidrio se rompe y el agua moja mis pies.

Todo lo escucho lejano, la mujer del noticiero explica que dos hombres se pelearon, uno de ellos resultó herido y el otro es un criminal muy buscado por la policía por tráfico de armas. Eso no es lo que me hace sudar frío, mi corazón se detiene al comprender que el hombre herido es James. Mi James.

—¡No, no, no! —Solo puedo repetir eso una y otra vez. Tallo mis ojos, pero ahí sigue, inconsciente y con una mancha roja en su torso—. ¡Por Dios, no!

Salgo a toda velocidad, seguida por Sasha quien me dice que vaya más despacio, que en mi estado no puedo recibir más presión de la necesaria y que no debo correr ya que puedo sufrir un accidente.

Intento tranquilizarme e ir más lento, pero el nudo en mi garganta crece y crece. Tengo miedo, mucho miedo, necesitamos que esté bien. Lo necesito. No me importa el pasado y los errores, siempre y cuando él se quede conmigo.

Ya en el hospital, no puedo más. Corro por los pasillos hasta llegar a recepción, la enfermera me dice que lo están atendiendo, que aguarde al doctor en la sala de espera.

Me siento, apoyo los codos en mis rodillas y dejo caer mi cabeza en mis palmas. La imagen de James ensangrentado es algo que nunca voy a poder borrar de mi mente. Mamá toma asiento a mi lado y acaricia mi espalda, me apoyo en su hombro y dejo que las lágrimas salgan.

Sus padres aparecen agitados, me sonríen con melancolía y se dejan caer en un rincón. Los minutos pasan y yo me pregunto si estará bien, ¿por qué mierdas tardan tanto? Y, justo cuando voy a pararme para pedir noticias, un doctor con bata blanca se introduce en el lugar.

—¿Familiares de James Perkins?

Se ponen de pie, quito la distancia y lo miro, necesitando saber que no está en peligro. Se aclara la garganta y explica el cuadro, al parecer no ocurrió nada grave, el cuchillo no perforó ningún órgano vital. Suturaron y le dieron medicamento para el dolor, en un par de semanas debe sentirse mejor, según sus palabras. Guardará reposo hoy, y mañana será dado de alta.

Begonia © ✔️ (TG #2)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ