Capítulo 23 | Serpiente

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Canción: Skyscraper - Boyce Avenue ft. Megan Nicole

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CAPÍTULO VEINTITRÉS

Serpiente


Me siento como una adolescente deprimida cuando me recuesto en mi cama con un bote lleno de helado de fresa y una cuchara sopera. Sería más fácil y rápido con unos cuantos tragos de algún vino, pero intento soportar la ansiedad. El helado parece funcionar en cuanto toca mis papilas gustativas.

Se quedó grabada en mi cabeza la mirada decepcionada de James después de que le pedí que se fuera, era necesario. Además de que sigo molesta por lo que hizo con Andrew —puedo recordar su voz quebrada al llamarme para decirme que el pelirrojo había ido a amenazarlo, algo que me parece ilógico y exagerado ahora que lo pienso con la cabeza fría—. De todas maneras, debió consultarme antes de realizar algo así.

Luego llegaron mis padres y todo se fue a la mierda, literalmente. Es decir, ninguno me habla ni se preocupa por preguntar cómo estoy, no puedo creer que se hayan atrevido a venir a mi departamento para insultarme. Tampoco puedo concebir que mi madre no haya hecho nada para evitarlo. Solo se quedó ahí, mirando como mi padre me decía todas esas cosas que saben que son mentiras. Ellos se la pasan indagando, buscando cosas que me sigan haciendo la peor hija de la familia Thompson, la imperfecta, la problemática, la que debió morir.

Es triste, pero quizá los entienda, solo quizá. Debe ser difícil ser padre, mucho más perder a un hijo. Que los entienda no quiere decir que los justifique, pero tal vez es doloroso mirar mis ojos idénticos a los de Erik, mi piel idéntica a la de mi hermano, mi cabello idéntico al de él. No los condeno más, pero tampoco puedo seguir enmascarando mi realidad. Probablemente no me odian, no obstante, quieren hacerlo. Y no sé qué es peor.

Recojo otra cucharada y la llevo a mi boca sin prestar mucha atención, ni siquiera estoy triste. Esto es patético. Lo más seguro es que me he convertido en una roca intocable e irrompible.

Hago a un lado al recipiente de cartón y cojo el teléfono, dispuesta a marcarle a mi mejor amiga porque necesito que alguien me escuche. Tengo que marcar dos veces porque la primera me manda a buzón.

Suena agitada al saludar, así que me apresuro a preguntar qué ocurre.

—Charlotte se resfrió y ahora Theresa está enferma también. Dan está insufrible, encima de mí todo el tiempo para que deje de trabajar y las cuide. Se comporta como un macho dominante y me saca de quicio. —Gruñe. Una sonrisa se extiende en mis labios porque sé que, probablemente, lo mandó a dormir al sofá—. Eso no es lo peor, creo... creo que estoy embarazada.

Un gritito se me escapa, pero guardo silencio cuando no la escucho saltando de felicidad.

—¿Eso es malo? —cuestiono, confundida.

—¡Claro que no! —exclama—. Lo que pasa es que es demasiado pronto, las gemelas son tan pequeñas. Es agotador, ahora imagina otro bebé en el cuadro.

—Ya sé qué regalarte de cumpleaños porque parece que no tienes idea de qué son los condones, querida. Necesitas una caja entera. —Ella bufa, mientras yo río entre dientes—. ¿Ya te hiciste la prueba?

—La tengo frente a mí, pero siento un pánico terrible, aunque sé que Dan se pondrá como loco. Quiere tener un hijo, me lo repite todo el tiempo.

—Hazla ahora, yo te acompaño. —La escucho suspirar y aceptar con un sonido nasal. Me pide que espere en la línea y se dedica a hacer lo que se hace con una prueba de embarazo.

Begonia © ✔️ (TG #2)Where stories live. Discover now