Capítulo 25 | Esperanza

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Canción: Because of you - Kendall Rucks

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CAPÍTULO 25

Esperanza


Cuando era pequeña y Erik era a penas un bebé, mamá sonreía. No es que pasara mucho tiempo con nosotros porque estaría diciendo una mentira, pero siempre estaba feliz. Yo intentaba ignorar que a veces ellos me recriminaban por no ser de cierta forma y todo parecía ir bien. Mi pequeño castillo, aunque sucio, podía limpiarse y parecer nuevo.

El día que se enteraron que mi hermano tenía cáncer de hígado, algo se rompió entre nosotros. Tal vez suene egoísta, pero ellos me hicieron a un lado, solo existía Erik. Y está bien, yo era una chica grande que entendía que estaba enfermo y necesitaba ciertos cuidados, pero incluso así me apartaban.

Erik cambió muchísimo, pasó de ser un niño hiperactivo y alegre, a un ser arrogante y malhumorado. No perdía la ocasión para hacer berrinches y pedirles caprichos a mis padres, ellos le daban todo lo que pedía el pequeño de los Thompson. Me distancié más porque él así lo quiso, nunca deseó que estuviera demasiado cerca y tenía que respetarlo. Me dolía ver cómo mis padres me ignoraban, bajé mis calificaciones en la escuela, me alejé de mis amigos, todo era un fiasco.

No pasó mucho tiempo, el cáncer de hígado es uno de los más agresivos y él no logró vencerlo. No pude despedirme de él, tampoco quise verlo en el ataúd porque no quería llevarme esa imagen, quería recordarlo por las cosas que habíamos vivido juntos.

Estaba demasiado triste, demasiado desolada porque mi hermano menor había muerto. Ya no estaba ese cómplice de travesuras, tampoco aquel con el que peleaba a menudo y luego nos contentábamos jugando en el patio. Erik ya no estaba y yo quería un abrazo. Mamá se sacudió y me gritó que no la tocara, se encerró en su habitación por días. Con mi padre ni siquiera lo intenté, él se ocultó en el estudio y no salió hasta que necesitó ir a comprar más vino.

Estaba sola, la única que parecía preocupada era una chica que se había acercado a consolarme en la capilla del hospital. Tess. Pero no la conocía, así que no importó mucho.

Mamá salió y preparó el pastel que siempre le preparaba a mi hermano, se lo comió. Pensé que volvería a su cuarto, y lo hizo; pero antes de marcharse, me miró con sus ojos inyectados en sangre y me dijo: «mi niño no merecía morir, pero quizá tú sí».

Mi corazón se rompió en miles de fragmentos, comencé a llorar. A partir de ese momento, ambos lo repetían, hubieran preferido que yo fuera la muerta.

Me le quedo mirando, no comprendiendo a qué vino. Si necesita agredirme otra vez para sentirse bien, no creo poder resistirlo. Hace una seña para que tome asiento, lo hago porque estoy agotada y no creo que mis piernas resistan. Vislumbro cómo se coloca a mi lado y solo cuando levanto la vista es que me doy cuenta de sus gestos tristes.

Enderezo la espalda, tal vez le ocurrió algo a mi padre, esa sería una buena razón para que ella venga aquí; pero no habla ni dice nada, así que lo descarto. Espero a que me diga qué ocurre, pero mira el suelo y arruga la frente, sin mirarme.

—¿A qué viniste? —pregunto con la voz rasposa.

Sasha niega y se levanta, enmudecida. Contemplo cómo se dirige hacia la cocina con una bolsa de plástico que obtiene de la mesa, algo que no había visto antes. Vagos recuerdos de lo que acaba de pasar se acoplan a mi cabeza, James llevaba una bolsa como esa en las manos, pero no hago más rollos en mi mente porque no quiero hacerme muchos líos. No ahora, no cuando estoy tan débil y un tanto alcoholizada.

Begonia © ✔️ (TG #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora