Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.
Oh, radiante magnolia, desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.
Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,
porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.
Soneto IX
Pablo Neruda
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Begonia © ✔️ (TG #2)
RomanceConfió en sus promesas, pero lo único que le quedó a Margaret cuando él la abandonó, después de hacer el amor, fue un alma vacía. Simplemente dejó una nota colgada en el refrigerador y desapareció. Tuvo que luchar con la soledad, la rabia y la trist...