Capítulo 34 | Admirando estrellas

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Canción: Unconditionally - Rebecca Shearing

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CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

Admirando estrellas.


Doy vueltas en la cama intentando encontrar el sueño que perdí hace dos horas, la imagen de James en el suelo todavía sigue atormentándome. La sangre en su vientre, sus ojos sellados, su semblante pacífico. Imaginar lo que pudo haber pasado me pone los pelos de punta. Gracias al cielo no le pasó nada malo.

Una punzada me atraviesa, cuando entré a su habitación en el hospital sentí que todo iba a marchar bien, quise decirle de nuestro bebé, quise mandar todo a la mierda porque saber que pude haberlo perdido me dolió. Es decir, quizá no despertaba y no había sabido que iba a tener un hijo, tampoco que lo amo. Pero luego, cuando entró esa mujer y vi tanta familiaridad, ¡mierda! ¡Simplemente no pude con ello! Sus malditos ojos brillaban como dos estrellas, estaba contento de verla, me sentí como una intrusa.

Es obvio que vino por él, para algunas mujeres estar casadas y tener hijos no es impedimento.

Sin embargo, he decidido que voy a esperar. No pude hacerlo en el hospital porque su mirada me llegó hasta los huesos, no obstante, no me quedaré callada porque seguiría hundida en el mismo pozo. Voy a ir a buscarlo y le diré todo, lo de Andrew y que estoy embarazada, pero no para regresar con él. Y no porque no quiera estar a su lado, creo que después de tanto sufrimiento debemos respirar separados

Me levanto al no encontrar más remedio y cepillo mi cabello frente al espejo. Está más largo y más brillante, me gusta. De hecho, hay varias cosas que he notado gracias a la tarea que me dejó mi psicólogo. Por ejemplo, me gustan mucho mis piernas y no me había dado cuenta, también me agrada cómo se ve mi rostro cuando me pongo labial rosa pálido.

Hay pequeñas cosas que no había notado, pero que ahora las tengo presentes y me hacen sentir bien.

La casa huele a que quiero desayunar cuanto antes, mi panza comienza a gruñir, río entre dientes.

—Así que te gustan los panqueques, tendré que tomar nota si no quiero vomitar cada vez que coma, hay que mantenerte contento —susurro hacia mi vientre antes de salir.

El timbre suena, así que dando zancadas me aproximo, no me fijo en la mirilla ni pregunto quién es, simplemente abro. Estática, sus iris chocolate me regresan la mirada. Al principio creo que está enojado, pero en cuanto sus ojos se posan en mí, su ceño se relaja al igual que sus hombros.

—¿Cómo te sientes? —cuestiono, me hago a un lado para dejarlo pasar, él acepta la invitación sin dirigirme la palabra. Los nervios se me suben, muerdo el interior de mi mejilla para aguantar y no llenarlo de preguntas. Claro que... no funciona—. ¿Te duele mucho? ¿Te trajo alguien o por qué vienes solo? James, deberías estar descansando, no es bueno para tu salud con lo que acaba de pasar que andes por las calles como si no tuvieras el vientre perforado. Haznos un favor y ve a tu casa, yo... puedo pasar después a verte.

Pero él no dice nada, se queda inmóvil, repasándome con la expresión inescrutable. Quiero sacudirlo para que reaccione y diga algo, cualquier cosa. Solo una vez se puso de ese modo, estábamos en la universidad y quería golpear a un tipo porque me había visto el trasero.

—¿Q-qué pasa? —cuestiono. Respira profundo, como si intentara calmarse. Se relame los labios y me da una sonrisa irónica que no sé interpretar.

—¿Qué pasa? —repite en un susurro—. ¿Qué pasa? Eso es lo que quiero preguntarte yo, Margaret, ¿qué pasa?

—¿De qué hablas?

Begonia © ✔️ (TG #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora