Capítulo 29 | Eco de mentiras

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Canción: Goodbye - Beth McCord

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CAPÍTULO VEINTINUEVE

Eco de mentiras


Este último mes no he hecho mucho, solo trabajar, comer y dormir. Lo único destacable podría ser que no he bebido hasta perder la razón, una que otra copa de vez en cuando, pero nada que me lleve a la inconsciencia ni a olvidar quién soy.

La adopción de la pequeña en el cementerio fue un éxito, los trámites se llevaron a cabo y como no había familia —después de que lo corroboraron en la casa hogar de la que se escapó— pudieron adoptarla con facilidad. Un conocido de Robert ayudó, pero todo fue legal. Mi mejor amiga dice que su madre compró un montón de cosas para niñas y arregló su cuarto junto con la pequeña, Gisselle ama su nuevo nombre, su nuevo hogar y a sus nuevos padres. Al parecer se está adaptando con rapidez. No ha contado mucho sobre su pasado, pero están intentando que se abra y confíe por completo en ellos.

El departamento que James habitaba, ya fue alquilado por una pareja. Al pelirrojo no lo he visto más que un par de veces y porque me lo encontré en el supermercado. Me saludo con la misma calidez de siempre, pero eso no me alivió. Sé que me está dando mi espacio, buscando la manera de respetar mi decisión. Eso o ya se cansó y prefiere seguir con su camino antes de embarrarse en mi lodo.

Tess se mueve de un lado a otro mientras me mantengo impávida en la silla de mimbre de mi recámara. Cierro los párpados y respiro profundo, luego permito que el aire alojado en mis pulmones salga por medio de mi boca, repito el proceso varias veces.

—No te vayas a mover —pide como siempre que va a maquillarme. Nunca fui fanática de colorear mi rostro con capas y capas de maquillaje. Trabajar en el club hizo que desarrollara ciertas habilidades, incluso trabajó un tiempo para mi tía en su famosa estética. No dejaría que nadie más lo hiciera, solo ella porque conoce qué es lo que me gusta.

—De acuerdo. —Me pongo recta hasta que contacto con el respaldo y cierro los ojos pues no me gusta de otra forma. No es agradable para mí ser testigo de alguien observándome, prefiero la ignorancia.

Una brochita se mueve por toda la piel de mi cara, la crema fría me hace estremecer, pero me recupero al instante.

—¿Segura que vas a tu boda y no a un funeral? —pregunta en un susurro. Me atraganto con un suspiro que planeaba ser algo más. Sé que no lo hace para molestarme, es solo que ella no está de acuerdo con todo esto.

No le contesto y no vuelve a hablar del tema, se mantiene concentrada en lo suyo y nada más. Media hora después, me indica que ha terminado. No me miro en el espejo, voy directo al armario a sacar el vestido blanco.

No es un vestido de novia real, es uno de los diseños de la madre de Tess, lo más sencillo que pude encontrar. Tan simple y aburrido, neutral, como yo. El escote recto es alto, el encaje cae hasta arriba de mi rodilla y no hay más tela. No quería algo ostentoso porque no se siente bien. Me visto con el y me calzo unos tacones crema que hacen juego con mis aretes dorados y la pulsera que decora mi muñeca derecha.

Mamá está en la salita, se pone de pie cuando me ve salir y me sonríe con desgana. Estos días tampoco han sido buenos para ella. Papá le rogó prácticamente para que no lo dejara, pero no por los motivos correctos, ella dice que es porque no quiere estar solo en un lugar tan grande, asegura que la costumbre es lo que extrañará. Él le confesó cosas que no quiso contarme, por un momento quise olvidar que es mi padre para darle una palmada en la mejilla por ser tan idiota y atrabancado; pero mamá me frenó. Los trámites siguen en pie y eso es lo único que importa.

Begonia © ✔️ (TG #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora