Capítulo 15 | Cielo claro

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Canción: Love like you do - Andie Case

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CAPÍTULO QUINCE

Cielo claro


Le ayudo a subir la maleta a la cajuela del taxi y después ingresamos al vehículo. Maggie se pega a la ventana y dice adiós sacudiendo su mano a Tess y a Dan parados en la acera. Mi mejor amigo mira a Mags y me guiña un ojo; le levanto el dedo medio y suelta una carcajada. Después abraza a su esposa y el auto empieza a moverse.

La pelinegra se recuesta en mi regazo y cierra los ojos, mientras cepillo su cabello con mis dedos y la observo fijamente, todavía sin poder creer que la tengo tan cerca.

No demoramos demasiado, cuando subimos al avión, lo hacemos abrazados. Se sienta junto a mi asiento y mira por la ventanilla apretando sus manos. Hay momentos en los que no sé qué le pasa, minutos en los que me gustaría introducirme en su cabeza para averiguar en dónde se queda sumergida. Como ayer.

Aún puedo recordar el sudor de su frente y sus dos ojos dilatados por el pánico. Por más que intentaba sacudirla y le imploraba que regresara, ella no respondía. Su grito de terror todavía retumba y hace eco en las profundidades de mi mente. Luego me dio la espalda y dolió que no confiara en mí, pero no puedo exigirle más de lo que puede darme.

Miro su perfil y solo puedo pensar en que soy un suertudo, cuando llegué a Nashville pensé que regresaría a Londres sin nada sin ella. Creí que tendría que olvidarla de alguna forma, aunque sabía que era imposible.

También me alegra que no haya tomado nada de alcohol estos últimos días, sé que haré cualquier cosa para que no lo haga de nuevo. Conozco métodos, buenos especialistas y psicólogos que sé pueden ayudarla. No creo que sea una adicta por lo que he podido ver, los adictos no piensan en nada más que alcohol. Existe una escala de alcohólicos, hay un espacio especial para los bebedores psicológicos, aquellos que solo beben cuando presentan un caos emocional. Ella solo ha querido tomar cuando se encuentra aprehensiva.

Acuno sus manos para que deje de retorcerlas, ella salta y gira su cabeza para mirar a qué se debe la interrupción. Relaja los hombros y sonríe.

—¿Qué tanto piensas, luna? —pregunto. Estiro mi mano para alcanzar un mechón de su cabello y acariciarlo con mis yemas.

—En que no me gusta Hartford, no me gustan los recuerdos y no me gusta volver —susurra y baja la cabeza con tristeza.

—No importa el lugar, cariño, lo que importa es la compañía. —Me acerco y deposito un besito en sus labios—. Vamos a hacer nuevos recuerdos.

El resto del camino lo hacemos en silencio, repaso con mis dedos sus nudillos pálidos.

Estoy nervioso de ver a mis padres, no tienen idea de que iré a visitarlos. Mamá siempre evita hablar conmigo demasiado, solo me pregunta cómo estoy y le pasa el teléfono a papá. Sé que le rompí el corazón cuando me fui, ella me rogó que me quedara; pero no quise escucharla. Espero que me perdone, necesito a las dos mujeres más importantes para mí.

Un par de horas después, descendemos del avión y hacemos todos los trámites para recoger las maletas. Otro taxi y veinte minutos nos toma llegar a la casa en la que me viví toda mi niñez. El portón negro con figuras garigoleadas nos da la bienvenida, las enredaderas se pegan a la forja y yo me detengo para poder respirar.

—Tranquilo, Jamie, tu madre va a estar encantada —susurra con su voz cálida, recordándome que todo es bueno si quiero que lo sea.

Asiento con seguridad renovada y presiono el timbre.

Begonia © ✔️ (TG #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora