17. La imbécil fui yo

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He llegado a pensar que no había otra persona en todo el planeta de la que hubiera podido enamorarme, pero luego me doy cuenta de que eso no se puede elegir. Nadie es capaz de decirle a su corazón que no se fije en ese cabrón, porque es entonces cuando estás perdido. No me lo dije, pero lo pensé, que es aún peor y, de todas formas, decidí darle una oportunidad y convencerme de que podría ser mejor, que podría cambiar. Pero me engañé.

Él no cambiaría ni esa sonrisa de prepotencia o esos andares chulescos por nada del mundo, ni aunque se viera obligado. Así que no sé en qué pensé cuando intenté creer que todo sería de otra forma entonces, porque estaba totalmente equivocada. Fui una ilusa otra vez.

Le seguía dando oportunidades, le perdonaba cuando se equivocaba, y él me decía que me quería y sentía que nada de eso había existido y que lo malo no había sido tan malo. Era doloroso, tóxico, como un disparo a quemarropa.

Hasta que empezó a cagarla una vez detrás de otra, los te quiero ya no sanaban nada, y todo me estaba agotando. Pero yo fui la que peor acabó, porque seguí aceptando sus errores, y luego era difícil salir de aquel vacío.

Memorias de un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora