40. El tiempo lo destruye todo

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Me involo por dentro en el nombre de un Dios que no es más que un mero mortal. Me destruyo por dentro y dejo que todo sea aún más caótico si cabe, tanto ahí como fuera, porque ya da igual. Todo ha sido un desastre siempre, así que ahora no tiene que parar; ¿por qué lo haría?

Exploto en lágrimas de cristal que destrozo antes de que caigan, en gritos devastadores que ahogo antes de emitirlos. Pero no tiene que cesar este desastre ni tengo que preocuparme por todo lo que me lleve conmigo por delante, porque el daño ya está hecho.

No siento la verdadera necesidad de detenerme, de aislar esos pensamientos que poco a poco me adentran más al Infierno. No quiero pararlos. Han estado demasiado tiempo ahí y quizá este sea el momento más adecuado para que florezcan y me envenen por dentro. Y no pretendo evitarlo.

Termino conmigo misma.

Memorias de un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora