Nunca antes un martes trece me había sabido a tan poco, y mucho menos en invierno. Por no hablar del frío de diciembre.
Y es que, tal día como hoy, te fuiste, se fue y me fui yo también; porque no quería seguir estando en un sitio en el que no pintaba con nada que no fueran mis lágrimas.
Y la mala suerte tal vez exista y yo me haya cruzado, por accidente, con un gato negro, pasado por debajo de una escalera, roto un espejo y haberme enamorado de tu reflejo. Pero todo antes de que te fueras, en otro martes trece.
Y es que ya no solo tengo helados los pies y las manos porque no me las puedes calentar tú, que es que hasta mi alma tiene escarcha y la gente nunca se fija en que incluso el frío quema aunque no sea a sí mismo. Y mucho menos después de todo.
Y es que, después de la tormenta, siempre llega la calma. U otra tormenta aún más huracanada que lo deja todo patas arriba. Y una ciudad en ruinas no se puede reconstruir con otro desastre, al igual que el fuego no se puede apagar con más fuego, ni el amor con más amor.
Y es que hoy se va. Coge las maletas y se marcha en el primer tren sin siquiera mirar el destino. Tan solo quiere perderse, irse y no volver, porque todo es más difícil desde que no estás.
Es martes trece, y mi corazón se marcha.
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Memorias de un corazón.
Short StoryBienvenidos al lugar más profundo de mi mente. Porque, si estáis aquí, supongo que será porque sentís que vuestro corazón tiene recuerdos, que cada pulsación no solo hace que la sangre recorra vuestro cuerpo, sino que tiene algo más. Y también supo...