Estaba harta de escuchar sus afirmaciones o verle mover la cabeza de arriba a abajo cada vez que le preguntaba si me quería. Porque nunca me lo dijo. Él no era de eso y, si ahora ha cambiado, siéntete afortunada.
Porque él no era de palabras, pero tampoco de actos; era más del aquí te pillo, aquí te mato. Y de veras que me mataba; eso se le daba bien. Me hacía daño, mucho daño, cada vez que entraba y salía de mi corazón, cada vez que me daba cuenta de lo que realmente era para él: nada.
Él no era de los románticos y bohemios que había antes y que ahora son difíciles de encontrar. O, más bien, imposibles. Porque él era de esos que vivían el momento, hacían planes y, casi siempre, te dejaban tirada. Él era de los que ahora estoy acostumbrada a ver, de los que no se ocultan cada vez que ven un cuerpo bonito pasar por delante, sino que se hacen notar.
Y es que él no era de los buenos, pero tampoco de los malos. Él era él, con sus problemas y circunstancias, y eso era lo bonito, lo feo y lo que le caracterizaba. Porque él era así.
Pero estaba cansada de que no fuera como pensaba, que me engañara y me hiciera creer que era como los de las películas que te llevaban a una velada romántica, se acordaban de los aniversarios o las fechas importantes y todos los días te decían que te querían.
Porque él no era de esos, y estaba cansada.
ESTÁS LEYENDO
Memorias de un corazón.
Short StoryBienvenidos al lugar más profundo de mi mente. Porque, si estáis aquí, supongo que será porque sentís que vuestro corazón tiene recuerdos, que cada pulsación no solo hace que la sangre recorra vuestro cuerpo, sino que tiene algo más. Y también supo...
