Una vez me dijeron que no se nace para ver morir a tus hijos, sino que son ellos los que te deben enterrar a ti. Y les debo de dar la razón porque, si duele el perder a gente que te dio la vida (tu madre, tu padre, tus abuelos...), ¿cómo será el perder a alguien a quien se la has dado, a alguien por el que matarías, a alguien por el que te pondrías en su lugar sin dudarlo? ¿Qué se debe sentir en ese momento?
No sé si nada, porque no te lo creerías, o todo. Tal vez no sientas nada pero, a la vez, te afecte todo. No tengo ni idea, pero solo con imaginarlo me rompo todavía más. Pero hay algo de lo que estoy segura, y es que debes de sentir tu corazón muerto y marchito.
Conozco a una persona que se vio en esta situación y me enseñó que no todos los días son grises y monótonos, sino que también los hay negros (por muy tristes que sean), verdes, azules, rosas, violetas, amarillos y, si te lo propones, hasta color ilusión, aquella que muchos de nosotros perdimos o incluso nacimos sin ella.
Pero ellos sí la tienen, y demuestran ser más fuertes que nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Memorias de un corazón.
Short StoryBienvenidos al lugar más profundo de mi mente. Porque, si estáis aquí, supongo que será porque sentís que vuestro corazón tiene recuerdos, que cada pulsación no solo hace que la sangre recorra vuestro cuerpo, sino que tiene algo más. Y también supo...