Capitulo Uno.

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Sí, soy yo de nuevo.

Sé que van a decirme, lo sé, pero voy a ignorar sus comentarios y voy a enfocarme en lo que quiero contarles. Tengo una historia que contarles, pero me tienen que prometer que no van a reírse esta vez. Está totalmente prohibido reírse de todo lo que me ha sucedido hasta el momento que estoy. ¿Promesa? Perfecto, empecemos.

Lo mejor es empezar por el principio.

Tres años habían pasado desde que dejé mi ciudad y me instalé en Nueva York. Abandoné ese lugar con lágrimas, pero muy ansiosa de una nueva vida cumpliendo mis sueños. Me sentía parte de una novela, emocionada con mi pasaje en mano y una maleta de mi color favorito. Estaba ansiosa por saber que iba a suceder y la realidad es que no voy a contarles todo, pero toda mi vida en Nueva York fue excelente.

Luego de unos largos meses de trabajo mi libro se publicó y comenzó a venderse como pan caliente en las librerías. Había decidido firmar con una editorial gigante y apenas recibieron mi manuscrito comenzaron a trabajar para lograr un libro magnífico. Temía por la creación de mi libro en manos ajenas, pero desde el primer momento todo el mundo me aseguró que sería un éxito.

Publicar es extraño. ¿Alguna vez han soñado con algo por muchos años y cuando finalmente llegó no caen pétalos del cielo y fuegos artificiales explotan en sus cabezas? Eso me sucedió a mí. Estaba contenta y muy feliz, pero sentía que no pasaba lo que había soñado. La gente no se paraba en la calle a reconocerme, no encontraba con facilidad mi nombre en las redes sociales y me amargaba cuando no encontraba el libro en una librería.

Pero luego sucedió algo extraño y al día de hoy no dejo de sorprenderme. Una influencer plus size leyó mi libro y dijo que le había cambiado la vida. Marcó cada imagen, citó cada párrafo y mi número de seguidores creció tanto que no podía entrar a mis redes que estallaban las notificaciones rojas.

Los comentarios llovían y no podía dejar de escuchar cosas buenas sobre mi novela. La chica de mi libro se había vuelto el modelo a seguir de muchas personas y en breve formaba parte del movimiento plus size de Nueva York. Me llamaban a entrevistas, de la radio, de la televisión y un día me llamó mi agente para decirme que era best seller.

Es algo que al día de hoy no lo puedo creer. Hay personas que tienen en sus bibliotecas mis libros, hay personas que viajan en transporte público metidas en mi narrativa y hay personas que sueñan gracias a las palabras que dejé escritas una noche llorando con mi gato y bebiendo café.

Conocí a Lizzie la famosa, Lizzie el ícono de la moda plus size, Lizzie la chica que todos querían ser. Ni siquiera podía creerlo y cerré los ojos para vivir el sueño. Soñé alto y me elevé lo suficiente para vivirlo todo. ¡Hasta tengo haters!

Y aquí llegamos al motivo por el cual mi relación con la antigua Lizzie se perdió por completo. Empecé a ignorar a mis familiares, a mis amigos y me perdí un poco en las luces de la gran manzana. Todos me decían cosas bonitas, todos querían ser como yo y por un momento me olvidé quien era yo antes de empezar. Sentía que era mi momento de brillar y no podía pensar en nadie más que en mí. Era mi momento de ser egoísta. Y eso fui.

Así fue como corté relación con Marcus luego de ambos perder el contacto por completo. Las llamadas eran incómodas, los silencios demasiado largos y con el tiempo de los dos lados no hubo interés. Cuando yo podía hablar con él, Marcus estaba en conflicto con algún problema de su vida. Cuando él deseaba conversar conmigo, yo estaba en una fiesta bailando Taylor Swift con una copa en mano. No logramos nuestra promesa y un día hablamos sobre eso para darle un fin. No fue ni triste ni angustiante como lo fue aquel adiós antes de subirme al avión. Decidimos que lo mejor era terminar lo que ni siquiera podíamos comenzar.

La chica del jefe [Editorial Scott #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora