Capítulo Veinte

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—¿Por qué no me lo dijiste?

Cuando era pequeña, tenía un tío que adoraba con toda mi alma y era la persona que más esperaba ver en las reuniones familiares. Era importante para mí, lo quería muchísimo y no paraba de escuchar sus anécdotas divertidas, llenas de situaciones que lucían muy irreales. Él se fue a otra ciudad y no lo vi hasta que tuve veinte años, en otra reunión familiar. Me senté junto a él, superesperanzada de tener las conversaciones que teníamos cuando era más pequeña y llenarme de sus anécdotas que me habían inspirado toda la vida. Sin embargo, mi tío empezó a contar las mismas historias, tener comentarios desagradables hacia las mujeres y cada vez que hablaba sus palabras tenían más y más mentiras que yo, con veinte años, podía analizar. Mi decepción fue tan fuerte que me golpeó realmente fuerte darme cuenta de que había idealizado a mi tío. Cuando había sido pequeña había puesto en un pedestal a un hombre que no lo merecía.

Así me sentía con Marcus, así creía que era en ese momento. Su decepción me dolía tanto que me costaba ver por las lágrimas cayendo por mis mejillas, nublando mi mirada. Marcus me había mostrado una persona que no era, en mis inseguridades y mi débil personalidad no lo había notado. Ahí estaba la verdadera persona y me dolía incluso verlo en ese momento.

Fui a su casa y no me importó nada de nada. Las palabras que solté apenas abrió la puerta le hicieron comprender lo que estaba diciendo y, en vez de explicarme, me dejó pasar a su casa. No quería sentarme, no quería tomar agua, solamente quería entender qué estaba sucediendo. Quería saber quién era ese hombre tan parecido a mi Marcus.

—No es como tú crees, Lizzie...

—¿Cómo es entonces? Porque no puedo creer nada de lo que está pasando, Marcus. ¿Por qué no me dijiste que estabas esperando un bebé con Portia? ¿Por qué se te olvidó ese pequeño detalle? Puedo pelear contra todos en este mundo, contra Portia, contra tu familia, contra tu estúpida idea de querer ser tu padre... pero no puedo pelear contra un bebé que no tiene la culpa de nuestros errores —le solté todo lo que sentía en ese momento, porque había pensado todo eso en el taxi hasta que finalmente pude soltarlo—. No voy a hacerle eso a un bebé, no soy tan mala.

—Lizzie... cálmate y siéntate, quiero explicarme las cosas bien porque estás creando en tu cabeza una película —me decía y yo no podía creer su cinismo. ¿Cómo era así? ¿Cómo se tomaba tan bien el simple hecho que iba a ser padre con una mujer que no amaba?

—¿Una película? ¡Marcus, esto es serio! ¡Es un hijo! —le grité y lo enfrenté, tratando de que si me tuviera cerca pudiera oírme, porque parecía que no lo estaba haciendo en ese momento. Me latía el corazón y las palabras no salían bien de mi boca, solamente en gritos y esos gritos parecían dolorosos—. ¿Por esto tenías que casarte? ¿Por qué no me lo dijiste? Yo simplemente hubiera vuelto a Nueva York a mi vida sin ti y no estaría...

—¡Elizabeth, cálmate!

—¡No me voy a calmar nada, Marcus! —le grité más fuerte, porque había usado un tono de voz como si quisiera gritarme y yo estaba harta del maltrato a mi persona. Mi abuela, Laura, Marcus. ¿Quién más? ¿Quién más me iba a regañar por seguir mi corazón?

—¡No es mi hijo! ¡No es mío!

Me quedé petrificada cuando lo escuché y me alejé un poco de él sin poder creer lo que me estaba diciendo por qué no estaba para nada en mis planes. No tenía sentido que Portia estuviera rogando que no me quedara con Marcus cuando no era su hijo. Me estaba jugando una nueva trampa y abrí la boca para quejarme, pero él se detuvo cuando finalmente me dijo la verdad.

—Es el hijo de mi padre...



Mi cerebro todavía no podía entender qué era lo que estaba pasando y cómo una persona había logrado arruinar la vida de todos los presentes. Me temblaban las manos cuando Marcus me acercó un vaso de gaseosa y lo tomé gustosa, porque necesitaba azúcar en mis venas en aquel momento. No podía creer lo que había escuchado y por un momento sentí que vivía en un mundo realmente cruel. ¿Cómo un hombre podía haber estado con la comprometida de su hijo? ¿Qué clase de persona era? Casi me alegraba que estuviera muerto.

La chica del jefe [Editorial Scott #2]Where stories live. Discover now